VIERNES 25 de Abril
VIERNES 25 de Abril // GENERAL PICO, LA PAMPA
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  MIÉRCOLES 07/08/2024
“Sin salida”: Película sobre la trata está basada en un cuento de Juan Zeta publicado en MD.Net 
Dirigido por Who, el filme ha sido presentado y premiado en varios festivales y está próximo a estrenarse en cines.

“Sin salida” es un llamado de atención a la sociedad sobre la grave problemática de la trata de personas.


El director argentino Who ha finalizado recientemente la película Sin salida, un thriller psicológico que aborda un tema muy actual: la trata de personas. La película fue producida por el propio Who (quien también es coguionista junto a Juan Zeta), Fernando Sokolowicz, Agustín Echavarría y Marcelo Badui.

Los productores asociados son Carlos Giovanelli, Damián Pozzoli, Federico Salvai y Guillermo Stanley y la productora Glowstar Media, dirigida por Silvana D’Angelo y Agustín Fabregues. La productora a cargo de la película es Alphevaso.

La película es protagonizada por Minerva Casero, Laura Novoa, Fabián Arenillas, Gustavo Bassani, Viviana Puerta, Esteban Bigliardi, Pablo Mónaco, Mora Segade y Ailín Salas, entre otros.

“La idea de Sin salida surgió cuando recibí un cuento de un guionista sobre una chica perseguida en un bosque, vestida con poca ropa y desgarrada. Eso fue el detonante para hacer una película sobre la trata de personas” explicó Who.

A partir de ese momento, junto a Juan Zeta y Marcelo Badui y el equipo de producción, comenzaron a investigar sobre el tema y diferentes casos, lo que llevó a un primer boceto del guion. “Es una película inspirada en hechos reales, en diversas historias sobre la trata de personas”.

LA TRAMA

La historia sigue a una joven que, mientras corre, es secuestrada por una banda de delincuentes dedicada a la trata. Ella es hija de un diplomático, con gran personalidad y recursos, lo que la impulsa a luchar por escapar.

“La película busca reflejar no solo un caso en particular, sino muchos casos. Es una obra disruptiva que, a través de un recurso cinematográfico, transmite al espectador que muchas personas que pueden hacer algo miran hacia otro lado ante este tremendo flagelo, y hace un llamado a la sociedad para que se comprometa con esta problemática”, explicó Who.

“Hemos trabajado con mucha investigación y tratamos de que el modus operandi sea lo más real posible, con la idea de hacer una denuncia y un llamado de atención sobre esta grave problemática global” agregó.

Sin salida ya ha pasado por varios festivales y ha ganado varios premios, y en este momento están evaluando diferentes ventanas de estreno. “Mis expectativas son que se hable del tema, que se concientice y que la película pueda ser una ayuda para las víctimas y para la prevención”, dijo Who.

Destacó que los actores dieron todo durante el rodaje, que fue muy complejo debido a las bajas temperaturas y locaciones inhóspitas.

(Fuente: Produ.com)

El cuento de Juan Zeta publicado en MaracóDigital.net

“La maltrada”

Corría desnuda. Amanecía y las primeras luces de la mañana le alumbraban un poco las dimensiones del paisaje y le ponían dimensión a su soledad. El sol que despertaba, allá a lo lejos, lejos de iluminarle una salida la encerró más. Miró hacia todos lados y, ya desnuda, se sintió más desnuda aun, doblemente desnuda; desguarecida y a la deriva. La Pampa era ancha; estaba rodeada de cuatro horizontes sin retaguardia.

Siguió corriendo buscando un lugar para esconderse, no quería que la vieran desnuda; no quería que la vieran. Aunque deseaba que alguien la hallara no quería que la encontraran.

Agitada, sudaba a pesar de que una helada le quemaba la piel. La piel era un infierno que la envolvía desde hacía mucho tiempo. Los pechos de apenas una adolescente, entre la agitación y los pasos, parecían excitados. Tenían frío, miedo y moretones.

La Pampa era desierta; se le hacía que cuanto más huía más se acercaba al lugar del que quería huir. Los muslos firmes, de mujer demasiado joven, flaqueaban.

Acompañada de imágenes que caminaban en su cabeza, corría sola y sin aliento. Las imágenes la alentaban y la rodeaban, le daban fuerza y la empujaban; la llevaban de tiro. Las imágenes eran demasiado fuertes como para fijarse en debilidades.

Sus pies sangraban, le dolía hasta la sangre. Las piernas y los brazos estaban saturados de cortes y de golpes, la cara sólo tenía marcas de subsistencia. Apresada, esclavizada, prostituida; su cara era la de una mujer vieja.

Víctima de una trata, maltratada, destratada; su anonimato estaba anotado en una libreta negra que trataba sobre blancas. Alcohol, corchos y semicorcheas. Noches blancas y sábanas negras de sexo, droga y una esperanza difusa. Una semifusa y el sol como clave de la madrugada le ponían armonía a la desesperación.

Entre campos e ilusiones, entre miedos y espinas, escapaba.

Su cuerpo acumulaba nuevas cicatrices, se encimaban las huellas digitales que le estaba dejando la naturaleza con los zarpazos que le habían dejado los hombres: de ellos venía escapando. De ellos, de la noche y de los disparos que escuchaba mientras huía. 

Sabía que era zona de cazadores pero no sabía si seguir el ruido de las balas. No sabía si acercarse a ellas o distanciarse más; no sabía si esa noche ella era la presa.

Había sido presa de un cautiverio y una mentira; ahora estaba libre, perdida a suerte y verdad, entre balas perdidas.

Los disparos habían cesado con el amanecer. Mirando hacia atrás, sin saber cual era el atrás en tanta planicie, seguía corriendo cuando chocó contra un alambre. Como víctima de una última piña de Dios, cayó del otro lado del “ring” y dio con la cara en la lona de un camino de tierra.

Ahí la encontró un patrullero que, seguramente, andaba a la caza de una patrulla de cazadores. Bajaron dos policías, uno sacó del baúl una especie de manta para cubrirla.

Sabiéndose descubierta quiso alivianarse soltando las amarras de la pesada carga de su condena. Chilló, gritó, escupió y tembló palabras. La voz, mezclada con las lágrimas y la agitación, sonaba como una gárgara. Hablaban el miedo, el desconcierto, la desdicha, la felicidad, el alivio; todos a la vez.  Su corazón latía emociones pendulares.

El relato estaba lleno de golpes, de violaciones, de hombres sudorosos y violentos. Hombres arriba aplastándola,  hombres abajo golpeándola, hombres por adelante babeándola, hombres por detrás desgarrándola. Hombres que pasaban con su suciedad, uno detrás de otro, desfilando en una cinta sin fin sin darle tiempo ni para limpiarse ni para vomitar. El amanecer la encontraba, a veces, con la mugre, el hedor y los fluidos de diez o más hombres.

Muchos a la vez, ocho manos apretándola; manoseada por un pulpo humano. Manos abiertas, manos cerradas, manos que golpeaban caricias que dejaban hematomas. Siempre desnuda, ni tiempo para poder cambiarse de ropa entre tipo y tipo. Siempre desnuda, esperando que pase el tiempo para poder cambiarse de piel. 

Su cuerpo era una paleta de sexo, sangre, semen, vómitos: colores que dolían en el alma. Su cuerpo estaba anestesiado de dolores. Una niña mil veces vejada, una mujer virgen aun.

El relato se hacia cada vez más crudo cuando, envuelta en una especie de manta, la subieron al patrullero

Los policías le pidieron que les indique el camino pero no sabía donde estaba. Sabía que había escapado a las tres de la mañana y que había escuchado balas mientras corría. Que había corrido durante tres horas o más pero hacia ningún lugar, o hacia cualquier lugar que no sea el lugar del que quería escapar.

Los policías le preguntaban precisamente donde era ese lugar que deseaba olvidar. Les contó que había cruzado una laguna, era el único recuerdo que se veía flotar en la laguna que, como un oasis en defensa propia, había llenado en su cabeza.

Se sentía indefensa recordando ese lugar, se sentía segura en el patrullero.

El patrullero hundía sus patas en los pozos de la huella. Avanzaba rápidamente, camino a la comisaría, dejando una huella de polvo a su camino.

Hacía meses que no dormía segura; se durmió al resguardo de los policías, en el asiento de atrás de la patrulla. Estaba por reconstruir en un sueño que había escapado de la pesadilla cuando una frenada la despertó.

Abrió los ojos y buscó la comisaría, buscó el pueblo, pero sólo vio más horizontes y una casa precaria perdida en el medio del campo. La conoció al instante sin haberla visto jamás. Había llegado ahí con los ojos vendados cuando la raptaron, había estado encerrada y encadenada: había escapado de ahí bajo las sombras de la noche.

Se desgarró en un grito. Señaló al hombre que estaba parado en la puerta de la casa y lo acusó entre las risas de los policías.

La desesperación la destapó de la especie de manta que la cubría. El instinto de supervivencia, que sobrevivía a la lógica, le abrió la puerta del patrullero para que intentara volver a escapar, corriendo desnuda.

El hombre reía su sonrisa desdentada mientras saludaba a un Oficial, el otro policía la pateaba, una y otra vez, en el piso. La inflamó a golpes, un borceguí en la boca del estómago la desinfló.

La manoseó, la agarró de los pelos y la devolvió, a la rastra, al interior de su prisión.

El Oficial, su nuevo carcelero, entró desabrochándose los pantalones.

Pasaron unos segundos y un disparo destartaló la tapera. No era de extrañar que un cazador trasnochado, o amanecido tardíamente, fuera el responsable.

El Oficial salió sangrando, trastabilló con sus propios pantalones, que estaban “acordeonados” en sus tobillos,  y cayó al piso. El  policía corrió hasta donde estaba el Oficial caído. En cumplimiento de su deber, lo ayudó a levantarse y le sacó de la cara cruzada por un arañazo, una uña que había querido encarnarse a la vida.

Cubierta por una especie de manta, la metieron en el baúl de la patrulla que ya estaba acostumbrado a recibir visitas.

El hombre agarró una pala y subió al auto con los dos policías.

El patrullero, corriendo desnudo y libre de pudor, se perdió por alguno de los cuatro horizontes. La Pampa era ancha.

Comentarios
 
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 08/08/2024 | 13:53 Hs
Enviado por Marina
Felicitaciones a MD por publicar a zeta.
 
 08/08/2024 | 09:41 Hs
Enviado por León
Tremendo talento el de Juan Z, una alegria enorme que se este haciendo realidad algo que tanto se merece. Abrazo y muchos éxitos.
 
 08/08/2024 | 01:12 Hs
Enviado por Juan Bautista
Mi tocayo crea personajes maravillosos, inolvidables. De él aprendo como se escriben los diálogos. Salis de verlos y escucharlos y los vas repitiendo más que el ajo. Avanti colega, felicitaciones tocayo.
 
 08/08/2024 | 01:02 Hs
Enviado por Lucas
Lo Leí mucho y vi varias películas en dónde escribió Zeta. Hay muy pocas personas tan talentosas como Juan.
 
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