El homenaje anunciado como “La canción pampeana y los nuestros” fue el “esqueleto” del que se valieron sus hijos y sus amigos, para organizar este homenaje “en vida” a uno de los máximos creadores musicales de La Pampa.
Con la complicidad de Naldo Labrín y una legión de reconocidos músicos y cantores pampeanos, el programa conducido por el siempre descontracturado Guito Gaich, se desarrolló con Molina en la sala sin que se desvelara “el secreto”.
Organizador y amigo, el “Negro” Jorge Rojas consiguió que Lalo y su esposa Graciela concurrieran al Medasur sin sospechar siquiera que todo lo que ocurriría en la sala estaba destinado exclusivamente a él.
Aunque la intuición lo hiciera “olfatear” algo con el transcurrir de las primeras canciones, pasaron tres o cuatro canciones, todas con la música creada por Lalo, hasta que se le comunicó al homenajeado que todos estaban allí por él.
Todos los invitados cantaron una sola canción. Cada uno de ellos eligió un tema del repertorio pampeano, con letras de Edgar Morisoli, Juan Carlos Bustriazo Ortíz, Julio Domínguez, “El Bardino”, Pablo Fernández, Oscar García, Gury Jaquez, Néstor Massolo y otros autores de la provincia, todos musicalizados por Molina.
Sobre el escenario fueron desgranando los temas Eduardo Castro, Marcela Eijo, Pedro Cabal, Laura Paturlanne, Javier Villalba, Juani De Pian, las chicas de EnObra: Pamela Díaz, Guillermina Gavazza y Belén Martínez, Luis Gesualdi, Oscar García, la enorme Hilda “la Negra” Alvarado acompañada por Martín Mansilla, Leticia Pérez, acompañada por los Denda, padre e hijo, al igual que Carmina Labrín.
El broche lo puso Camilo Molina, el hijo menor de Lalo, primero como intérprete, para contarles después a todos cómo se pensó y desarrolló la idea del homenaje, que se instrumentó desde la participación del Coral Médanos y Luna con su director, Alberto Carpio, y el aporte en el acompañamiento musical de cada intérprete con Federico Camiletti, al piano, Hernán Basso, bajo y Carolina Crawley, en percusión.
Y también lo hicieron Naldo Labrín y Carlos y José Luis Denda.
La sorpresa incluyó a la esposa de Lalo, Graciela De Diego, invitada a bailar junto a las parejas del Encuentro Ballet de Toay, minutos antes del final, bañado de incontenibles emociones cuando músicos, cantores y público cantaron a voz en cuello el himno pampeano que es la huella De ida y vuelta.
Momentos antes, Lalo recibió el reconocimiento de la Academia Nacional de Folklore y del Gobierno de La Pampa, representado allí por el secretario de Cultura Pablo Lucero, y el ministro de Gobierno, Pascual Fernández, que le entregaron un poncho pampa al homenajeado, que se cubrió de inmediato con el hermoso atuendo.
El final fue una marejada de saludos y abrazos entre los pampeanos que cultivan como pocos “el lado más pájaro del alma” (Tejada Gómez dixit), que con su enorme arte transformaron un concierto musical en una noche inolvidable, tanto para Lalo Molina como para el público que colmó la sala.