Un espacio diferente, con unas formaciones muy finas y altas a las que se le llaman chimeneas de hadas. De aquel lado del planeta son de color gris, acá el rojo contrasta con el verde mientras los caminos se pierden dentro del cañón y forma un inmenso laberinto, donde se puede entrar, bajar y recorrerlo, pasando por túneles, precipicios y caminitos acaracolados y disfrutando del silencio, porque para esta época del año las vacaciones se acabaron y no hay muchos visitantes.
Desde arriba cuando llegamos y estacionamos la camioneta el lugar ya nos encantó, además quedaban pocas horas de sol, entonces nos preparábamos para un atardecer precioso. Nos tomamos unos mates y salimos al descubrimiento.
El Bryce Canyon, es una reserva al sur del estado de Utah y está ubicada muy cerquita del Gran Cañón del Colorado. Por eso mismo, de camino a los lugares siempre encontramos otros sitios donde acampar y pasar la noche sin haberlo planificado.
EE.UU. es un país repleto de parques nacionales, chicos y grandes, famosos y desconocidos. Con paisajes preciosos, donde cambian completamente si se visitan en invierno o en verano, con fauna silvestre en abundancia. A todos se puede ingresar con un pase que se puede conseguir para todo el año pagando 80 dólares, sin límite de entradas del vehículo y de los pasajeros. En cada acceso al parque dan la bienvenida al lugar los guardaparques con el típico sombrero de ala ancha y el uniforme marrón con el pañuelo al cuello. Y una sonrisa amable.
Y así vamos…rumbo al Cañón del Colorado en el estado de Arizona. Cada vez más cerca de la frontera con México. Cada vez más cerca del caos latinoamericano y del desorden del tránsito pero también más cerca del riquísimo olorcito a tacos y chilis.
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