Recordado y querido, el cantor y compositor piquense que murió en 2022, recibirá un homenaje en el lugar donde se presentó en varias oportunidades, cuando ya se había radicado en Santa Rosa, y se lo conocía más como “Fueguito” que como “Pata”.
Al dar cuenta de su decisión, Miguel O. Sayt y Verónica Moreno escribieron un texto de puño y letra, que tiene mucho más sentido que el frio anuncio periodístico, y aquí lo compartimos:
Milongas estrelladas: Alberto “Pata” Acosta
Nos conocimos a mediados de los ’80, en los patios traseros de la democracia, en largos días y noches del Barrio El Molino.
De manos y corazón grandes, piernas y pelo largo, tocaba su guitarra del mismo modo en que agarraba la pala y la cuchara, mientras componía “Militancia” y cantaba en las peñas universitarias “A desalambrar”.
Las milongas se empezaron a descolgar del cielo a fuerza de desmitificar al Bardino, Yacomuzzi o Bustriazo... y un día nos hizo escuchar una composición inspirada en un pájaro que estaba en el árbol del patio de la casa de su padre.
Creemos que ese fue el comienzo de su larga travesía a Santa Rosa, y a su nuevo nombre: Alberto “Fueguito” Acosta.
Volvió una y otra vez a mostrarnos cómo crecía. Homenajes a Heraldo Hernández y a nuestros cantautores, lo colocaron en otro lugar público de reconocimiento, aunque no fuera suficiente para resolver su vida cotidiana.
Junto con Guillermo Herzel presentaron su “Canto Continente”, dejándonos estremecidos en la inauguración de “El Desvelo”.
Esta marca de orillo permanece y, además del amor, es la que nos motiva para que nuestro escenario lleve su nombre, como una excusa para juntarnos a hablar de él, volverlo a escuchar o poner en otras manos su música, que todavía se sigue estrellando en las inequidades de la vida.