1973-1976

En el 73, Argentina estaba "linda": productiva, bastante igualitaria. Fabricábamos automóviles, aviones, camiones, camionetas, barcos, locomotoras, vagones ferroviarios, máquinas agrícolas, motocicletas, televisores, radios, vacunas, medicamentos… ¡cuántas cosas! Se hacían puentes, rutas, centrales hidroeléctricas, nucleares, térmicas. El país del trabajo y la producción estaba lindo...

Los pobres eran pocos: 3/4%. La clase media, era mayoritaria: alta, media y baja, pero todos, clase media. Se notaba en las escuelas y colegios donde todos nos mezclábamos.

Los ricos eran pocos, no más que los que mostraba José Luis de Imaz en su imprescindible libro "Los que Mandan”. Así y todo, esos ricos pedían permiso. Sólo algunos piojos resucitados, si podían, te llevaban por delante, literal. Estaba tan linda la Argentina, que se empezó a buscar mejorarla, con democracia, sin proscripciones. Para eso, las mayorías nacionales hacían barritas, en la disputa por traer al líder exiliado.

Estaba linda la Argentina, y por eso, se desató una lucha por el poder y no por hacerla más linda y más importante.

Algunos dirigentes, acunados en colegios universitarios prestigiosos, se creían los iluminados para conducirnos a todos, y quisieron estafar a la gente con el cuento de “Cámpora al gobierno Perón al Poder”. (A Perón lo vamos a usar decían… ¡Jajajaja!)

El entretenimiento duró 60 días.

El 27 de abril de 1974, el presidente Perón firmó el decreto secreto S 1302/ 74, que describía un conflicto grave, generado por la acción armada de grupos radicalizados, que querían tomar el poder para modificar el sistema de vida democrático y pluripartidista. El objetivo señalado en el decreto, era “eliminar” las acciones subversivas violentas y no violentas, las causas que las provocan, y consolidar espiritual y materialmente el régimen democrático como ámbito de realización integral del hombre.

Ese era el plan de Perón.

El 25 de mayo del 74, en su último mensaje al pueblo, desde los balcones de la Casa Rosada expresó su repudio, a la que alguna vez llamó, “juventud maravillosa”.

El 1 de julio de 1974 Perón muere, y para muchos pasó a la posteridad. Faltan años para entender la visión de ese líder.

En abril del 75, en Misiones, los grupos radicalizados, marginados por Perón, pusieron sus ideas a la consideración del pueblo misionero, y aliados el Partido Peronista Auténtico y Tercera Posición, apenas sacaron el 5% de los votos. Allí había empezado la encuesta nacional sobre lo que el pueblo quería: esa Argentina Linda, con paz y trabajo.

1976-1983

Achicar el Estado a sangre y fuego, y empeñar el futuro de los argentinos, con deuda espuria, fue el objetivo del gobierno más sanguinario de la historia argentina. Amparado en decretos de “aniquilamiento” del gobierno peronista anterior, inició una guerra de características desconocidas. Con patas de elefante, pisando hormigas, miles de argentinos fueron asesinados. Las cantidades de uno y otro bando son de una asimetría tan brutal, que no se justifica teoría maniquea alguna. Sin embargo, ello no amerita juzgar, de un solo lado, dando vuelta la historia, destruyendo mandatos reales, manipulando la justicia y destruyendo cada día más aquella Argentina Linda de los 70.

1983-1989

El primer gobierno democrático, después de la dictadura genocida, prometió: “100 años de democracia”, y aseguró que: “con la democracia se cura, se come y se educa”... Se esmeró profundamente en la primera promesa. De la segunda, no se ocupó en lo más mínimo, y entregó, a las apuradas, el gobierno: con el país en llamas, el empobrecimiento creciente, la ineficiencia del estado, y otras desviaciones.

1989-1999

El periodo más largo de vigencia de un gobierno democrático, surgido de elecciones libres. Fue la contracara del nacionalismo peronista y la revolución productiva que debía venir del interior del país. Fue el sacudón más grande que recibió la sociedad argentina. Su marca distintiva fue una política de abuso de los poderes financieros sobre los sectores productivos, con transferencias injustas de bienes. Finalmente, se coronó con la instauración de un esquema de corrupción sistémica del Estado, plasmado en la confesión, de una astilla del mismo palo, que dijo: "Yo Robo para la Corona", y se fue a vivir a Suiza (como López Rega). El mismo que hoy, con el oro que supo conseguir, se muestra como un prominente inversor de esta Argentina, que ya no está tan linda…

1999-2003

Un periodo lamentable y para el olvido, violatorio de la democracia y con el corolario de la “Banelco”, que nos “regaló” muchos muertos en su oprobiosa retirada aérea.

2003-2007

El gobierno con menor apoyo popular de la historia democrática, entró vanagloriádose de "no dejar sus convicciones colgadas en la puerta de entrada de la Casa Rosada". “Más rápido que inmediatamente” mostró sus ambiciones crematísticas: en cuestión de días, armaron la empresa más grande de obra pública al mando de un sencillo empleado bancario, y la llenaron de millones de pesos en licitaciones dudosas. Lázaro Baez, detrás de las rejas, llegó a decir: “lo que yo tengo no es mío y lo manejé muy mal…”

En medio de ese enchastre, y para sumar apoyos, el gobierno se “encariñó” con las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, mientras todos sabíamos que, en el pasado de crímenes aberrantes, ninguno de los nuevos gobernantes había realizado, jamás, un acto jurídico en defensa de los asesinados y desaparecidos de aquellos tiempos de horror. 

Económicamente, perfeccionaron la matriz de corrupción que empezó en el 89, generando muchos nuevos ricos, iguales o peores que aquellos piojos resucitados de los 70, cuando la Argentina estaba linda y te llevaban por delante.

2007-2011

Inaugurando en política, la “perfomance” del 1-2; 2-1; o “tomala vos, dámela a mí”,  con la expectativa de 20 años de gobierno continuado, la desgracia divina se interpuso en el camino, y la Argentina que ya no estaba tan linda, empezó a andar “como un barco sin timón”, y continuando con el latrocinio de los Estados a todo ritmo. 

2015-2019

Una sorpresa no tan inesperada. El hijo de uno de los íconos de la “Patria Contratista, que había participado del latrocinio al estado desde 1947, aceptó el desafío de competir armando un partido nuevo, y en 10 años accedió a la presidencia de la Nación, con irrefrenables deseos de cambio. Aunque no provenía del sistema financiero, igual cayó en la trampa del gen, improductivo y especulador, de muchos de sus amigos y algunos improvisados. Cuando se avivó, ya había endeudado al país en 40 mil millones de dólares para retribuir a los capitales golondrina, que habían ganado en el país en tres años, lo que en otros les hubiese llevado 30. Lo amenazaron con la retirada de la Banca extranjera, y por eso, les pagó hasta el último dólar del “carry trade” que habían hecho.

2019-2023

Un gobierno sacado de la galera y un final anunciado. Superó por varios cuerpos el oprobio del 2001, y cuando no, a la altura de sus antecedentes, se despidió con otro modelito de corrupción sistémica que conocían mejor que nadie: “seguro” que lo conocían…

2023-2027

Un amigo cordobés me decía, sin desmerecer al presidente: “si Piñón Fijo se presentaba a elecciones, le ganaba a Sergio Massa y sus vagones enganchados”. El desastre económico y social que dejó el gobierno anterior no tiene precedentes en la historia, y el mérito más grande que tiene este gobierno, hasta hoy, es haber conjurado el peligro de desintegración social, con provincias y regiones bregando por un "Exit” como el del Reino Unido con Europa, pero mucho peor, porque sería interno con consecuencias catastróficas, tal vez parecidas a las que vaticinaba Alfonsín antes de las elecciones del 83, cuando denunció un pacto Sindical-Militar con el paraguas del peronismo.

Dicho esto, y en un año electoral, me quiero remitir al principio: la Argentina está más linda que el año pasado, pero no más linda que a principios de los 70, y no está claro hacia dónde se encamina. Todo es Macro, con garrotazos al consumo para bajar la inflación y Seguridad, sin piquetes, pero con crímenes a diario. No habría que olvidar que también están: las pymes, el desempleo, la inseguridad cotidiana, los pobres, los indigentes, los marginales, y otras cuestiones de humanidad, ¡de humanos! y por más título que tenga un ministerio, no alcanza.

Aunque el futuro se presentaría como favorable para el país, los temas pendientes no se resuelven con una ecuación de sólo dos variables. Ojalá que nos encaminemos hacia un futuro de prosperidad: sin sangre, sin fuego, sin corrupción, sin pobreza. Sin los farsantes aprovechadores de la política que todos conocemos y que no deben volver ¡Nunca más! Si esto sucediese: ¡Nosotros tampoco los necesitamos Donald!