MIÉRCOLES 15 de Enero
MIÉRCOLES 15 de Enero // GENERAL PICO, LA PAMPA
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  LUNES 02/09/2024
Quién me quita lo viajado!!
Por Claudia Giacobbe (*)
Capítulo 12: Hacia las playas paradisíacas.

La última parada de nuestro viaje por ese “otro lado del mundo” fue más descansada (y no digo relajada, porque relajado fue todo, pero ¡con qué cansancio habíamos terminamos cada día!).

Nos fuimos a las playas de Pukhé, playas que fueron escenario de varias películas (“La Playa” con Leonardo Di Caprio, “El Hombre de la pistola de oro” de la saga de James Bond,  “La madre de la novia”, y la lista sigue y sigue). La verdad, es que con esas locaciones, pensamos que tendríamos que habernos dedicado a la industria cinematográfica.

Fuimos con recelo, pues varios viajeros nos habían contado sobre la pedofilia a la luz del día, y otras prácticas sexuales que sólo se pueden relacionar con el abuso de poderosos hacia vulnerables. Por eso, y también por el precio, nos hospedamos lejos del centro turístico de la isla.

Y la verdad es que no vimos ni prostitución, ni pedofilia, ni prácticas depravadas. Más bien, pasamos los últimos tres días de viaje en una zona de relax total.

Describir las sensaciones no es fácil, pero lo vamos a intentar. El casi imperceptible sonido del oleaje de las olas y el agua ondulante rodeando nuestros cuerpos, fueron una explosión de goce sensual, casi etéreo y sereno.

Junto al aire tibio, cual dedos invisibles rozando la piel, generaron el pasaje de la realidad al ensueño, a una eternidad que no quisiéramos que se esfumara jamás. Por momentos, nos sentimos como suspendidas en el vacío, alejadas del tiempo y en un espacio tan placentero que se antoja irreal. 

Y nadar entre cardúmenes de colores diferentes, y meternos en el mar y sentir una especie de bienvenida de los peces rodeando nuestras piernas, fue maravilloso.

El agua transparente que permitía ver nuestra sombra sobre el lecho, tibia y con un oleaje muy suave. La brisa apenas moviéndose, el verde intenso de la vegetación, la blancura de las playas y el turquesa del mar y del cielo, sólo podías subir un escalón más en el goce cuando nos fuimos a comer. Por supuesto, pescados y mariscos.

En la zona urbana, como en todo poblado costero turístico, hay cientos de puestos de venta de cosas para el mar. Y nos causó gracia las fotos terribles de pies lastimados por no usar zapatillas para el agua.

Después de meternos al mar y andar entre los bancos de corales buscando peces de colores, no quedó otra que darles la razón. Las plantas de los pies quedaron todas tajeadas y doloridas. Los locales no exageraban.

Una de las cosas que nos impactó cuando llegamos a ese lugar tan sereno, fue la profusión de cartelería con indicaciones de evacuación en caso de tsunami. ¿Allí? ¿En ese lugar que se nos presentaba como el más sereno del mundo?

Y nos metimos en algunos de esos caminitos entre la selva, construidos para evacuar a la población hacia las zonas más elevadas. Pasamos por el patio de vario resorts y hoteles, y sólo distinguimos trabajando allí a mujeres musulmanas. Y recordamos algún momento de la historia de Tailandia, cuando quemaron vivos en las plazas a minorías étnicas. Vimos, sin buscarlo, la otra cara de ese lugar paradisíaco.

Y nos queda el último capítulo, ya en Bankokg nuevamente, para regresar a la Argentina.

(*) Periodista.

https://www.instagram.com/reel/C7U1sEmvx4h/?igsh=aTQ3ZHNhbDl5b3gz 

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