La privatización de IMPSA marca un punto de inflexión en la política industrial argentina.
Con un legado de innovación en energía hidroeléctrica, nuclear y renovable, la transferencia de su control a un fondo estadounidense plantea interrogantes sobre la soberanía tecnológica y el futuro del desarrollo nacional.
¿Se trata de un saneamiento financiero necesario, o de la pérdida de una pieza clave en la estrategia energética del país?
La reciente privatización de IMPSA, concretada el 11 de febrero, marca un punto de inflexión en la política industrial y tecnológica de Argentina.
En lo que constituye la primera privatización del gobierno de Javier Milei, el Estado nacional y la provincia de Mendoza transfirieron el 84,9% de las acciones de la emblemática empresa metalúrgica y tecnológica, al fondo estadounidense Industrial Acquisitions Fund (IAF), cuyo principal socio es ARC Energy.
La pregunta inevitable es: ¿Se trata de una decisión necesaria para sanear la empresa, o de un nuevo capítulo en la historia de la entrega de activos estratégicos de la Argentina?
No es una más
IMPSA no es una fábrica más. Con más de 100 años de historia, esta empresa ha sido protagonista en la generación de tecnología aplicada a la energía. Es líder en el diseño y fabricación de turbinas hidroeléctricas, desarrolla componentes esenciales para centrales nucleares, y participa en proyectos estratégicos como la represa de Yacyretá, las centrales nucleares de Nucleoeléctrica Argentina, y las operaciones petroleras de YPF y Vaca Muerta.
Altamente especializado
A diferencia de otras privatizaciones en sectores tradicionales, lo que se entrega aquí es conocimiento altamente especializado.
IMPSA es una de las pocas empresas latinoamericanas con capacidad propia para desarrollar tecnología de energía nuclear y renovable. Forma parte del proyecto del reactor modular CAREM, el primer reactor nuclear de potencia íntegramente diseñado en Argentina, con un potencial de exportación que podría significar ingresos millonarios en divisas para el país.
Se estima que el mercado global de estos reactores podría alcanzar los 300.000 millones de dólares en los próximos años, con una creciente demanda en países que buscan diversificar sus fuentes energéticas.
¿Seguirá Argentina liderando este desarrollo, o cederá su lugar en favor de otros intereses?
IMPSA es una empresa argentina con más de un siglo de trayectoria, reconocida por ofrecer soluciones integrales en la generación de energía a partir de recursos renovables. Ha instalado más de 50.000 MW de potencia en todo el mundo, participando en proyectos de energía hidroeléctrica, solar, eólica y nuclear.
Servicios y Desarrollos de IMPSA
La empresa se destaca por su capacidad para desarrollar proyectos bajo la modalidad “llave en mano” (EPC), abarcando desde el diseño y la ingeniería, hasta la fabricación, montaje y puesta en marcha de instalaciones complejas. Sus principales áreas de actuación incluyen:
Energía Hidroeléctrica: IMPSA diseña y suministra turbinas hidráulicas (Kaplan, Francis y Pelton), generadores y equipos hidromecánicos. También ofrece servicios de rehabilitación y modernización de centrales hidroeléctricas existentes.
Oil & Gas: IMPSA diseña, fabrica y transporta equipos para la industria de procesos en el downstream, y provee servicios industriales para la misma, como así también para todo tipo de recipientes sometidos a altas temperaturas y presión. Cuenta, para ello, con una calificada plataforma tecnológica con los más altos estándares de calidad.
IMPSA es pionera en la utilización de herramientas de cálculo de última generación para el análisis estructural, vibraciones y mecánica de fluidos.
Energías Renovables: La empresa ejecuta proyectos eólicos y solares fotovoltaicos en modalidad EPC, brindando servicios en todas las etapas del proceso, incluyendo desarrollo, soporte técnico, selección de tecnología, ingeniería de obras eléctricas y civiles, logística, construcción y puesta en marcha. Su experiencia como tecnólogo y conocimiento de la cadena de aprovisionamiento, le permiten coordinar la construcción de parques eólicos y solares, ofreciendo servicios en todas las etapas del proceso.
Industria Nuclear: IMPSA cuenta con certificación ASME III para el diseño y fabricación de componentes nucleares. Ha participado en proyectos como la fabricación de generadores de vapor para la Central Nuclear Embalse y el desarrollo del reactor nuclear argentino CAREM.
Equipamientos portuarios: Con más de 35 años en el mercado de grandes equipos de izaje para puertos. IMPSA mantiene su presencia con proyectos en América del Norte, América Central, América del Sur, África, Medio Oriente, y en Asia.
IMPSA ingresó al mercado cuando sólo existían grúas portacontenedores Panamax (13 contenedores de ancho) y acompañó la evolución del mercado hasta entregar grúas Mega Post-Panamax (22 contenedores de ancho). Cuenta con un amplio portfolio de productos que incluye la mayoría de las variantes de equipos para todo tipo de puertos.
Automatización y Control: A través de su unidad de negocio ICSA, con más de 30 años de experiencia, ofrece soluciones integrales de ingeniería, suministro, instalación y puesta en marcha de sistemas de automatización, supervisión, control, protección y medición para el mercado eléctrico.
Avances en Inteligencia Artificial
IMPSA ha demostrado un compromiso constante con la innovación en inteligencia artificial:
Inteligencia Artificial: En el diseño estructural del reactor nuclear CAREM, IMPSA incorporó herramientas de inteligencia artificial de última generación desarrolladas internamente. Estas herramientas optimizan el diseño y mejoran la eficiencia de los componentes nucleares, demostrando la capacidad de la empresa para integrar tecnologías avanzadas en sus proyectos.
Asimismo, ha desarrollado software para el mantenimiento predictivo de centrales hidroeléctricas, que permite una extensión de vida de equipamientos mediante la predicción temprana de fallas, aplicando inteligencia artificial, superando la capacidad humana de detección, procesamiento de datos, análisis de variables y tendencias. Reducción de los costos hasta un 40%: Evitando los tiempos de parada forzados y no programados de las máquinas, y permitiendo la planificación de mantenimiento. Reducción de daños, accidentes, repuestos, consumibles, costos laborales y servicios tercerizados. Análisis de variables, estadísticas y tendencias en tiempo real.
Privatización: números y dudas
La operación incluyó la transferencia del 63,7% de las acciones que pertenecían al Estado nacional, el 21% de la provincia de Mendoza, el 5% de la familia Pescarmona, y un 10% en manos de acreedores.
El acuerdo establece que ARC Energy capitalizará la empresa con 27 millones de dólares, pero además tiene la intención de renegociar una deuda que supera los 570 millones de dólares, principalmente con el Banco Nación, el BICE y el BID.
Oferta y condiciones
La privatización de IMPSA fue lanzada en octubre de 2024, con el objetivo de concretarla antes de fin de año. Sin embargo, el proceso se demoró debido a que la oferta de ARC Energy y algunas de sus condiciones, generaron dudas en el Gobierno.
Entre las principales exigencias de la empresa estadounidense, se destacó la solicitud de renegociar los contratos que IMPSA tiene con empresas estatales como YPF, Yacyretá y Nucleoeléctrica.
La pregunta que queda es: ¿cuánto perderá el Estado argentino con esta renegociación? Si ARC Energy decide revisar o incluso cancelar estos contratos, la empresa podría terminar dependiendo de negocios en el exterior, y Argentina pasaría de ser propietaria de una empresa clave a ser simplemente uno de sus clientes.
Escasa información pública
¿Quién es Industrial Acquisitions Fund?
Uno de los puntos más inquietantes de la privatización, es que IAF es un fondo con escasa información pública. Se trata de una entidad especializada en la compra de empresas en crisis, para reestructurarlas y aumentar su rentabilidad. Su modelo de negocio se asemeja al de otros grupos inversores que buscan adquirir compañías con activos valiosos a precios reducidos, para luego revenderlas o explotarlas bajo nuevas condiciones.
El riesgo aquí es evidente: si el objetivo es hacer de IMPSA una empresa más rentable en el corto plazo, ¿se priorizará la inversión en desarrollo tecnológico y producción local, o se favorecerá la tercerización y la exportación de conocimiento al exterior?
El antecedente de otras privatizaciones en Argentina no es alentador. Durante los años ‘90, muchas de las empresas estatales privatizadas terminaron en manos de inversores que priorizaron la rentabilidad inmediata, y desmantelaron sectores estratégicos, dejando al país en una situación de dependencia y con pérdida de capacidad industrial.
¿Qué pierde Argentina?
Más allá de la necesidad de sanear la situación financiera de IMPSA, la pregunta central es qué se pierde con esta privatización.
Soberanía tecnológica: Argentina deja de tener control sobre una empresa clave en el sector energético y nuclear.
Pérdida de capacidad exportadora: Con el desarrollo del reactor modular CAREM, IMPSA tenía la posibilidad de posicionar a Argentina en un mercado global multimillonario.
Dependencia del sector privado: Si IMPSA reestructura sus contratos con el Estado, el país podría perder acceso a su propia tecnología en proyectos nacionales.
Incertidumbre sobre los empleos: Aunque ARC Energy ha prometido mantener los 660 trabajadores actuales, no hay garantías de que la estrategia a futuro no contemple ajustes o deslocalización de producción.
En un contexto donde la tecnología es el recurso más valioso del siglo XXI, la entrega de IMPSA genera más preguntas que respuestas.
¿Saneamiento financiero o pérdida de futuro?
Desde el gobierno se ha argumentado que la privatización permitirá mejorar la gestión de la empresa, atraer inversiones y garantizar su crecimiento. Sin embargo, la experiencia argentina con privatizaciones anteriores indica que cuando se entregan empresas estratégicas sin regulaciones claras, el país termina pagando un costo muy alto.
La venta de IMPSA no sólo representa una pérdida de control sobre una compañía tecnológica clave, sino que pone en riesgo el desarrollo de proyectos que podrían haber posicionado a Argentina en el mapa global de la industria nuclear y renovable.
La historia nos ha demostrado que cuando se privatiza sin un plan estratégico, el país no sólo pierde una empresa: pierde conocimientos, capacidades y recursos que tardan décadas en recuperarse.
El futuro dirá si esta privatización fue una decisión acertada, o si, una vez más, Argentina termina cediendo su potencial a intereses extranjeros.
(Artículo realizado por el Servicio de Noticias de Canal 7 Neuquén).