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  MIÉRCOLES 26/03/2025
Patricia Bullrich echó al supuesto culpable de sus papelones
Despidió al director de Inteligencia Criminal del Ministerio de Seguridad.

Tras la brutal represión a los jubilados, la ministra dio versiones disparatadas y falsas. Responsabilizó a Ricardo José Ferrer, que ahora será reemplazado por Ramiro Anzit Guerrero.

La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, despidió al Director Nacional de Inteligencia Criminal (DNIC), Ricardo José Ferrer, por la desastrosa gestión relacionada, entre otras cosas, con los operativos en las marchas de los jubilados. Ferrer era el coordinador de los aparatos de inteligencia de la Federal, la Gendarmería, la Prefectura y la Policía Aeroportuaria, y produjo informes que terminaron demostrándose disparatados.

Por ejemplo, que el fotógrafo Pablo Grillo trabajaba en la Municipalidad de Lanús (falso), que estaba detenido (falso), que los 114 detenidos del primer día tenían antecedentes (sólo había 13 en esa situación), que todos eran barrabravas (también resultó falso), y que la jubilada Beatriz Blanco, 81 años, golpeada de forma inaudita, “era una patotera que le había pegado a un efectivo policial”.

Por supuesto que Bullrich hace trascender que Ferrer tuvo relación con el armado del catastrófico operativo del miércoles 12 de marzo -los efectivos disparaban horizontalmente, hubo cuerpo a cuerpo con los manifestantes, y una absoluta falta de conducción de las fuerzas-, pero la realidad es que la propia Bullrich estuvo al frente del comando unificado que funcionó en la sede del ministerio a su cargo. Como nuevo director fue designado Ramiro Anzit Guerrero, quien ya pasó por la DNIC cuando la conducía Gerardo Milman. Cartón lleno.

Tarde y ausente sin aviso

El despido de Ferrer no debió ser sencillo para la ministra, porque el funcionario es hijo de una pareja de íntima amistad con Bullrich y su marido. Pero toda la gestión venía siendo cuestionada, según le contaron a Página/12 cuadros importantes de la Federal, a los que Ferrer citaba a reuniones a las que llegaba tarde, o directamente no llegaba. El titular de la DNIC -revelaron las mismas fuentes- utilizaba su vínculo familiar con Bullrich para sentirse a sus anchas, y viajar al exterior de manera casi cotidiana, argumentando que lo hacía por trabajo. Nadie sabe muy bien si eso era cierto. Lo real es que Ferrer estaba poco, y era considerado más que ineficiente por los jefes de las fuerzas de seguridad.

¿Especialista en datos falsos?

Sin embargo, lo que desató la tormenta no fueron las impuntualidades y ausencias, sino que, como responsable de inteligencia e información, no evitó los sucesivos papelones de la ministra. El más conocido fue el que se produjo la noche misma de la represión, cuando Grillo agonizaba, y Bullrich se lanzó a decir que estaba detenido, que en verdad no era fotógrafo, y que trabajaba en la Municipalidad de Lanús.

La cuestión fue desmentida muy pocos minutos después. También aparecieron rápidamente los videos en los que quedó demostrado que al fotógrafo le dispararon un proyectil de gases lacrimógenos, y que el efectivo de la Gendarmería apuntó horizontalmente. Desde aquella jornada, a lo largo de los últimos 13 días, la ministra viene anunciando que probará que los efectivos -varios apuntaron horizontalmente- actuaron bien, pero también eso resultó un fraude, y Bullrich no pudo exhibir la menor evidencia. El Mapa de la Policía armó un video detallado, y todo el aparato del Ministerio y de la DNIC no lo pudo hacer.

El caos de información de inteligencia siguió con los detenidos. Aquella noche se le remitieron a la jueza Karina Andrade una lista de 114, sin decirle ni dónde ni cuándo fueron apresados, ni por qué. Pero se ve que la DNIC le dijo a Bullrich que todos tenían antecedentes, y la ministra se despachó con esa información. Dos días después, el propio Ministerio de Seguridad presentó una denuncia contra la magistrada, y entre los considerandos, la acusó de liberar a 13 detenidos con antecedentes, casi todos ellos por peleas en los estadios. O sea, la información de que todos tenían antecedentes se probó falsa: eran 13 de 114.

La otra mentira consistió en aseverar que los apresados eran barrabravas. Tres días más tarde, se prohibió el ingreso de 21 hinchas a los estadios: ninguno figuraba en la lista de los 114 detenidos de la primera jornada. Casi una semana después, finalmente se imputó a Fernando Yurquina, sindicado por el ministerio como barrabrava de All Boys, y se lo acusó de ser uno de los autores de la quema del patrullero. Se trata de un barrabrava extraño: no es socio de All Boys, y en el club dicen no conocerlo. En el listado nuevo, el de los 21 barrabravas, al menos dos dijeron que hace años que no van a la cancha, y uno demostró que la foto publicada por Seguridad era de 2017.

Para redondear los desastres de información, Bullrich pretendió acusar a Blanco, 81 años, de ser una patotera que le pegó a un policía. La mujer usa bastón: ni siquiera tenía la posibilidad de pegarle a nadie.

Inteligencia poco inteligente

Nadie sabe verdaderamente si a Ferrer lo desplazaron por otros grotescos que ocurrieron en la marcha: efectivos de civil que los propios manifestantes filmaron y terminaron corriendo. Esos efectivos no se pararon a decir “no, mirá, no soy infiltrado, no soy policía”. Lo único que hicieron fue huir, dejando en claro que sí eran infiltrados.

En las casi dos semanas que se cumplirán este miércoles, es asombroso que no hayan identificado a los otros que quemaron el patrullero, o que prendieron fuego algunos contenedores de basura. Como una especie de abracadabra escondieron a ese policía federal que pateó un arma en el piso, intentando plantarla como si fuera de un manifestante. Hoy por hoy, la mayor sospecha es que ese efectivo, que sólo portaba una pechera de PFA, llevaba efectivamente una pistola reglamentaria Bersa escondida -algo prohibido-, se le cayó y la terminó pateando. En las actas de aquel operativo no se secuestró ningún arma ni se acusó a nadie de haber portado un arma de fuego.

El grotesco terminó siendo absoluto: en las listas de heridos del 12 de marzo, difundidas por Seguridad y el gobierno porteño, figuraba Elías Montenegro, policía de la Ciudad de 34 años, con herida de arma de fuego. También resulto falso: Montenegro tenía en el brazo postas de goma, disparadas por otro efectivo policial.

Desparramando culpas

Al conocerse el despido de Ferrer, hicieron circular también la versión de que fue responsable del diseño del operativo del miércoles 12: un método para aliviarle las responsabilidades a la ministra. Quienes conocen de cerca la gestión de Ferrer, aseguran que no tuvo relación directa con el operativo, sí con la desastrosa información posterior.

Lo que hoy se sabe es que todo fue conducido por Bullrich desde el Ministerio de la calle Gelly y Obes, donde ahora funciona el comando unificado de las fuerzas de seguridad. Es más, el jefe de la Gendarmería estaba presente en Plaza Congreso, e igualmente todo resultó un caos: los efectivos dispararon como quisieron, y las imágenes evidenciaron que varios lo hicieron de forma horizontal. Es lo que explica el impacto en la cabeza de Grillo.

Como ya publicó la periodista Melisa Molina, en la Casa Rosada admitieron que el operativo fue un desastre, y para la semana siguiente intervino el asesor Santiago Caputo, que reunió a todos en su oficina para diseñar lo que se iba a hacer. De hecho, le intervinieron la conducción a Bullrich, y el miércoles 19 ya se evitó, con vallas, todo contacto entre efectivos y manifestantes.

En público siguen elogiando a Bullrich, porque todos saben que es el ariete de La Libertad Avanza contra el PRO. Pero, puertas adentro, su figura quedó deteriorada. No faltarán quienes digan que, en ese marco, Ferrer es un chivo expiatorio.

(Raúl Kollmann – Página 12)

Comentarios
 
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 26/03/2025 | 16:14 Hs
Enviado por Ruben
....
 
 26/03/2025 | 12:54 Hs
Enviado por Pepo
Como miente esta mujer, si es don Malbec el que le hace meter la patita, la pata y el patón en algunos casos.
 
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