Iba a buscar unas zapatillas que había comprado. Su primo fue detenido y hay dos prófugos. Los detalles del horror.
“Hace años que no se veía algo tan macabro”, admitió en diálogo con Infobae un investigador del caso del femicidio de Candela Magalí Milagros Azoya (17), quien había desaparecido el 27 de noviembre pasado.
Ese día, la adolescente, que vivía en Mar del Plata y estaba visitando a su mamá en Lomas de Zamora, salió de la casa familiar de la localidad de Villa Centenario rumbo a la plaza de Santa Marta, a buscar unas zapatillas usadas que se había comprado por redes sociales.
Nada más se supo de ella hasta este sábado a la madrugada, cuando vecinos denunciaron el hallazgo de restos humanos calcinados a la vera de las vías del ferrocarril Roca, que une las cabeceras de Temperley y Haedo.
“Encontraron, entre basura quemada y a la vera de las vías, un pie semi calcinado y un tobillo, también una media que fue la que luego reconocería la mamá de Candela”, detallaron las fuentes del caso que investiga la fiscal Carla Furingo de la UFI N°1 de Lomas de Zamora, como homicidio triplemente agravado, por ser cometido en contexto de violencia de género, por la participación de tres personas y por ensañamiento.
Hay un detenido por el femicidio: un primo hermano de la víctima. Las cámaras de seguridad fueron clave para atrapar al acusado, identificado como Carlos Azoya (22), que será indagado este lunes por la fiscal Furingo. Otros dos sospechosos están prófugos: son hermanos.
Tras el hallazgo de los primeros restos y la llegada de los peritos de la Policía Científica de la Bonaerense al lugar, por orden de la fiscal se hizo un rastrillaje en la zona. A 300 metros de allí encontraron la cabeza y diferentes huesos, todos calcinados, pero no darían con el torso de la víctima, al menos, hasta este domingo.
“Todo estaba tan quemado que es muy difícil que se pueda extraer ADN”, describieron las fuentes sobre el estado de lo encontrado. Los investigadores están convencidos de que la mataron horas después de que desapareció, en un aguantadero de la zona donde se comercializa paco en el barrio, y al que fue por sus propios medios, junto a su primo y los dos prófugos.
“El cuerpo lo habrían quemado con nafta, y las partes las sacaron en bolsas de arpillera y las trasladaron en un carro que le pidieron a un vecino”, contaron las fuentes a este medio los detalles macabros del caso.
¿Cómo llegaron a esto los investigadores? Las cámaras de seguridad fueron un pilar, y el dato de que Candela había estado en la plaza Santa Marta el día de la desaparición también. Allí fue con su primo, que ahora está preso, a buscar sus zapatillas.
Así, se comenzó a recorrer el camino que hizo la víctima el día de su desaparición, por quien recién se hizo la denuncia de paradero al día siguiente, ya que la mamá supuso que la adolescente estaba con su padre.
Las imágenes mostraron a la chica, tras comprar las zapatillas, ingresando con su primo y otros dos hombres al aguantadero donde se comercializa droga en esa zona de Villa Centenario, y donde el detenido vende paco a los vecinos: “La mamá dice que ella no consumía, así que o fue a comprar o acompañar a su primo, estaba en confianza. Fue un horror lo que le hicieron”, se sinceraron.
Lo cierto es que cerca de las 2 del 28 de noviembre, uno de los sospechosos fue hasta lo de un vecino para pedirle el carro que usa para cartonear. Allí lo llenaron con bolsas de arpillera que sacaron del interior del aguantadero.
Ese mismo vecino había estado en el lugar un rato antes, cuando fue en dos oportunidades a comprar drogas: “La primera vez que fue, la vio a Candela, en la segunda no lo dejaron entrar, y le dijeron que la chica estaba dormida. Sí notó que había bidones de nafta, y le dijeron que eran para prender fuego basura”.
En el carro, los tres sospechosos llevaron los restos de Candela y los desperdigaron por la zona de las vías. El lugar donde mataron a la adolescente fue allanado. Estaba todo lleno de sangre, incluso un colchón. También se secuestró el carro que le pidieron al vecino, para deshacerse de los restos en bolsas de arpillera.
Todos los testigos de la zona afirman que a Candela la vieron entrar pero nunca salir de ese lugar.