En retrospectiva en la época reciente pero por muchos olvidada, los ataques violentos a periodistas, diarios, radios, editoriales, imprentas y demás, eran llevados a la práctica por acólitos, que como mercenarios del odio, hacían de tales prácticas una profesión bien pagada.
No dudar que desde antes, pero con más énfasis en el nazismo, tales acólitos portando capuchas, antorchas, palos y piedras, se hacían temer, creando para los que orquestaban los ataques, principalmente en horas nocturnas, una cierta reversión de la realidad, que concluidos los incendios y despedazados los vidrios, podrían éstos empezar a recrear con palabras grandilocuentes y llenas de "patriotismo", "libertad" y "dignidad", que no eran otra cosa que mentiras de hipócritas.
Sólo para echarle un vistazo a ese pasado:
https://encyclopedia.ushmm.org/content/es/article/nazi-propaganda-and-censorship
Argentina, como otras naciones en el mundo, siempre estuvo en los primeros puestos de la comunicación pública, en sus inicios descolonizadores con pregones y pancartas, avisos efectivos que, aunque en "código", entendía muy bien el paisanaje.
Dicen, aunque no sea así, que el primer periódico argentino fue el Telégrafo Mercantil, que sacó a la calle su primer ejemplar en 1.801, considerémoslo por ahora como tal: ello nos lleva a una historia de 224 años de periodismo en Argentina.
El paso de las décadas y los siglos fue logrando que la información a recibir por la ciudadanía como un efecto vital de la vida democrática y destinataria de la misma, y no tanto del periodismo como emisor de tal información, pusiera en la Constitución Nacional y el Código Penal algunos marcos para esos efectos, cumpliendo en darle protección al periodismo y a la ciudadanía de una manera simbiótica, con el Estado como garante a través de los Poderes que le fueron conferidos.
Aquí una pantallazo general, si a alguien le pica la curiosidad:
https://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/cpcomentado/cpc38107.pdf
Existen sobre este tema decenas de miles de reportes disponibles en la web pública desde sus mismos inicios, y esto es porque apenas apareció el primer algoritmo de red compartida, apareció también allí el periodismo profesional digital, que no es otra cosa que la interpolación entre la tecnología y quienes ejercen en la vida real tal periodismo.
La herramienta digital es en la práctica intrínseca, un diario papel de la vieja gráfica, una antena de una emisora radial, un estudio televisivo de noticias y demás. El ataque de acólitos contra tal herramienta digital posee la misma gravedad que la rotura de ventanas, destrucción de prensas, quema de libros, golpizas a periodistas, y toda la larga lista de actos violentos cometidos por tales acólitos.
No tengo que detallar la lista de estos ataques en Argentina y el mundo: suma cientos de miles, sino millones.
Lo que atacan los acólitos son las ideas, con cobardía, sigilo y malicia, ideas de otros que no están de acuerdo con los delirios y mentiras que suponen poseer los "dueños de la verdad absoluta", que no son otros que los miembros de la "orquesta escondida".
En el último año hemos observado, y digo hemos, porque somos muchos quienes observamos esto, decenas miles de ataques individuales contra el periodismo en Argentina, desde interrupciones de audio en canales de cable, hasta la generación de errores de transmisión en radios, pasando por bloqueos de señal, robo de periódicos papel, cortocircuitos en panales de plantas de transmisión, bloqueos de cuentas sin razón alguna en redes sociales, generación de errores técnicos para invisibilizar una publicación web, y entre muchos otros, alteraciones de códigos de certificación web para sitios específicos.
Todos estos ataques de acólitos internos y externos ocurrieron cuando salió al público tal o cual información, opinión, estudio o propuesta que va contra los intereses de las "orquestas escondidas".
El asunto es que la interferencia ilegal de las redes públicas requiere tecnología, se conocen los "hackers de prensa" Argentina, pero en el último año tales aparecen como asistidos por "algo" más que mide los tiempos y las formas, para evitar que un ataque específico al periodismo digital, por ejemplo, se convierta en un caso legal que apunte directamente hacia los escritorios de los acólitos, y a partir de ellos, o de sus billeteras, a alguno o varios de los miembros de la "orquesta escondida".
No voy a pedir que alguno de los tres Poderes del Estado se ocupe de esto. De verdad parece quedar en claro que poco les importa, habida cuenta por ejemplo, de las tres décadas del asesinato de José Luis, la eternidad de los procesos y los "beneficios" de sus autores, y recientemente el proyectil "a matar" evidente y grabado en video recibido por Pablo.
Además, no voy a pedir al "Estado" argentino algo en lo específico, pues es evidente, nada puede ofrecer cuando está lleno de Topos y sus crías que lo destruyen desde adentro.
El asunto es que maracodigital.net se ganó su lugar en la región y el país, y hoy sus contenidos están trascendiendo lejos de las fronteras de Argentina, periodismo profesional con identidad propia, que en la primer semana de febrero y en la cuarta semana de marzo de 2.025 dejó de operar en web transitoriamente por lo que aparecen como "errores técnicos", y que comparados con otros cientos de casos iguales, podrían no serlo.
En las imágenes las pruebas de ello.
Mientras tanto, muchos de nosotros como dije, seguimos observando... mientras revisamos las notas de hipócritas y timbas.
Javier Walter Sofía
DNI 17.281.217