El lunes pasado, menos de una semana, estuvimos toda la tarde disfrutando del agua de nuestro Atuel pampeano, allí en Algarrobo del Águila.
Almuerzo a la sombra de los tamariscos a la orilla del río, y luego meternos en la parte más profunda de lo que va quedando del lecho del río que, de tanto en tanto, es bañado por las aguas que llegan de tierras mendocinas.
Habíamos estado poco más de un mes atrás y el caudal era el doble del de hoy.
Algunos pobladores, no tantos, después del almuerzo llegan a recrearse un par de horas, unos pescando pequeñas mojarritas, otros escuchando música otros metiéndose al agua.
Especialmente los más chicos son los que en sus bicis van apareciendo de a poco para darse un chapuzón y mitigar las altas temperaturas que en el oeste son siempre extremas, comparadas con las de otras regiones pampeanas.
Con cierta nostalgia, al atardecer nos fuimos, pensando en que quizás éstas sean las últimas imágenes con agua.
Nadie sabe hasta cuándo durará y mucho menos, cuando volverá para regocijo de la vida humana, animal y vegetal.
El Puente Viejo es siempre una bonita y dolorosa postal del sufrimiento oesteño con un tema tan importante como el agua.
(*) GERARDO ALAINEZ
Productor audiovisual