Laura Carnovale presenta su libro, editado por Ediciones del Dock, de la colección Pez Náufrago, en la Feria Provincial del Libro este sábado a las 18 en la sala ‘Ricardo Nervi’ de Medasur, acompañada por Agueda Franco.
El prestigioso concurso de letras del Fondo Nacional de las Artes, con Mercedes Roffé, Carlos Battilana y Elena Annibali, como jurados, eligió “La isla blanca” de Leandro Surce en primer lugar y el segundo premio fue para Laura Carnovale con “Dimensiones del jardín” (multiverso).
“En este libro me animé a ir más allá con el lenguaje, a trabajar el lenguaje desde otro lugar. Animarme a romper con otras cuestiones, a disfrutar de la escritura”, relató Laura en diálogo con MD.Net.
-¿Cómo se gestó?
“Empecé a escribir algunos poemas a fines de la pandemia, cuando pudimos salir de a poco, a caminar. Otros poemas al año siguiente, durante el Diplomado de la UNTREF (Universidad Nacional de Tres de Febrero), releyendo a Olga Orozco. En un momento pensé que estaba escribiendo cosas distintas, hasta que me di cuenta que todo eso dialogaba de alguna manera. La presencia de la poesía de Olga Orozco fue muy potente para mí. Y creo que aparece de alguna forma en este libro, la pampeanidad, su visión de lo espiritual”.
“A partir del poema que le escribe a Alejandra Pizarnik ‘Pavana para una infanta difunta’ escribo dos poemas, y me di cuenta que eso dialogaba entre sí. Empecé a ‘jugar’ con las palabras, y empecé a pensar en las diferentes posibilidades de la realidad, de las palabras, de los personajes que estaba escribiendo en ese tiempo. Por un lado era ‘La mujer de los brazos rotos’, y por otro lado esta mujer que caminaba por afuera: estos dos mundos, o dimensiones o universos”.
‘La mujer de los brazos rotos’ es un personaje más interior, no tan real. Primero apareció ‘La mujer que camina’ en la etapa de la pandemia. Después apareció ‘La mujer de los brazos rotos’, y empecé a dialogar con estos personajes y a trabajar con los poemas”.
Clínica de obra
“Luego de la escritura hice una Clínica de obra, porque necesitaba primero corregir, y después alguien que más formalmente me ayudara a mirar poema por poema, a ver si algo falla, o no suena bien. Busqué a Valeria Pariso porque había leído algo de ella que me gustó mucho, y porque sé que es una poeta muy interesante y muy amorosa en su persona”.
Atravesado por el paisaje
“En el contexto del libro empiezan a aparecer palabras y términos que están atravesados por el paisaje nuestro. Sin nombrar La Pampa están los cardos, el yuyal, la arena, los chimangos. Pienso en las Dimensiones del jardín como una metáfora de la belleza por un lado, y también como una metáfora de lo que nace, lo que muere y lo que vuelve a nacer. De la vida”.
“Y al proponer el libro como multiverso, como los múltiples universos, pensar también la lectura del libro como una lectura a algo, que uno pueda leerlo desde donde sea. Que el libro lo atraviese desde cualquier universo posible: real, espiritual, ficticio. Sin entrar en la física cuántica”.
-Cuándo apareció el multiverso?
“Yo necesitaba que ese diálogo que vi, quedara plasmado también desde lo visual, por eso hago un trabajo de cruzar versos de una parte y de la otra, de trabajar con las voces. La voz poética habla de la ‘mujer de los brazos rotos’. En la segunda parte, esa voz poética le habla a la mujer que camina, y también le habla a quien va leyendo. Aparece la música”.
“Cada quien lo lea lo va a recibir de la manera en que el universo se lo muestre. Me gustaría que sea una invitación a descubrir lo que te viene a contar este libro. Habla de la mujer, de los universos íntimos, personales, también de cuestiones sociales”.
Multiplicidad de universos
“El gran desafío desde la escritura fue poder conjugar en la última parte y que visualmente intente dar esta idea de multiplicidad de universos, o de cosas que suceden. Que pueden estar sucediendo a la vez en el mismo lugar, en el mismo tiempo, o no. A la misma persona, o no”.
“Trabajé muchísimo. Creo que es el libro que más trabajé, al que más tiempo le dediqué. Al principio me dediqué a escribir sin preguntarme mucho. Después, al momento de armarlo, para poder transmitir esto, necesité sentarme a trabajar duro y a pensar cómo iba a estar organizada la primera parte, cómo iba a estar la segunda, la tercera, el final”.
“La mirada de otro es muy interesante. Suma un montón. Una quiere a su texto, pero es necesaria una mirada de afuera. No es que te corrijan, sino que te hagan pensar sobre tu escritura, qué estás queriendo decir”.
Dimensiones
“Ahora, mirándolo a la distancia, hay mucho de esa conexión con el afuera. De la mujer que camina, la dimensión horizontal, el salir. Y la otra que es profundidad, la dimensión vertical, como ir hacia adentro. La mujer de los brazos rotos es más onírica, más de Olga Orozco, mística, misteriosa, que de alguna manera lo relaciono con el mundo interior”.
“Pero que pueden ser la misma mujer, o dos momentos. Puede ser la misma que está caminando que la que está ahí, o no. O puede estar sucediendo a la vez en esas dos dimensiones o planos”.
“Me gusta pensar que todo puede suceder a la vez, o no, en distintos lugares al mismo tiempo a la misma persona”.
-Cómo fue la decisión de presentarte en la Convocatoria del Fondo Nacional de las Artes.
“No me iba a presentar porque ya estaba sobre el cierre de la fecha, y porque también a veces participás y te desanimás: hay tanta gente. Terminé el libro y dije ‘ya está, logré lo que quería’ que era terminar el libro. Y hablando con Valeria Pariso, me dice ‘no lo vas a mandar? Animate’. Organicé, le di la forma que faltaba y lo mandé”.
“He participado anteriormente en el FNA, en el Premio Storni también con el otro libro”.
-Por qué se demoró el proceso de edición?
“Había contactado a otra editorial, pero en marzo me dijeron que no iban a seguir con los proyectos por la situación económica del país de falta de insumos y sin poder pactar un precio. Después contacté a ‘Ediciones del Dock’, me dijeron que si, y ahí empezamos a conversar y negociar. Y lo terminamos ahora. La idea era poder llegar para estar presente en la Feria Provincial del Libro, porque tiene un marco con otro alcance. Y me parece que el libro merece un lugar lindo para ser presentado en sociedad”.
“Después va a haber muchas otras presentaciones, porque quiero que lo lea mucha gente. Todo lo que queremos los que escribimos es que nos lean”.
-Hay un hilo invisible que va conectando tus libros (‘Tengo un cielo en la cocina’, ‘Piedras verdes’, ‘La que no soy’, ‘Dimensiones del jardín (multiverso)’) entre sí?
“Pensaba que quizás algo de ‘La que no soy’ que es el libro anterior: la que no soy, la que soy, la que no ven, algo de eso puede haber ahí. Que viene de todos esos poemas. Algo de eso puede venir. Pero con los otros puede haber una búsqueda diferente”.
“Aunque una siempre escriba sobre las mismas cosas, hay búsquedas desde el trabajo del lenguaje, desde el cómo decir”.
La búsqueda de la belleza
“Igual siempre es la búsqueda de la belleza. Una busca poder transmitir esa experiencia poética, eso que te conmueve y necesitás ponerlo en palabras, compartir. Eso creo que mueve a todos los que escribimos”.
“Hay algo misterioso y hermoso en la poesía. Poder ponerle palabras a algo que es como inexplicable, y a lo mejor para quienes escribimos poesía o leemos es simple de entender, pero para otros no sé si tanto”.
“A todo el mundo emociona una canción, algo que vio. El poeta lo que hace es ponerle palabras a eso. Es captar algo de esa belleza o que te conmueve y ponerlo en palabras”.
Dimensiones del jardín
“El libro es una invitación a dejarse atravesar por la poesía. Disfrutar lo que te sugiera, lo te haga pensar, de los personajes que aparecen, de esa forma en que está contado”.
“Me gusta en casi todos mis libros, que si bien los poemas se puedan sostener solos, te digan algo, pero si leés todo el libro seguramente te va a decir otra cosa. Esto es también lo que ofrece el libro”.
-Cómo te acercaste a la poesía?
“El primer libro ‘Tengo un cielo en la cocina’ lo escribí en el tiempo en que estuve dedicada a la casa y a la crianza de mis hijos. No estaba trabajando y empecé a escribir, a hacer algunos talleres en grupos de Facebook. Escribíamos y compartíamos los textos. Hicimos una primera Antología con mujeres de distintos lugares, y fue mi primera publicación. Se llama ‘La hora del café’. 20 mujeres hispanohablantes compartiendo distintos poemas que fuimos trabajando en un taller”.
“Después me anoté en una convocatoria que seleccionaban personas para una capacitación con Irene Gruss, en Santa Rosa y Toay. Mandé lo que tenía, que venía haciendo sola en casa, explorando. Porque si bien escribí desde siempre, desde chica, nunca había trabajado la escritura, qué quiero decir, o cómo lo puedo decir. Y quedé seleccionada. Fue para mí un antes y un después. Además de conocer a Irene, una maestra, conocí otras poéticas y empecé a leer mucho más”.
Mención de Honor
“A partir de esa capacitación quedó un poema que me gustaba mucho. Lo mandé a un concurso que era de la editorial ‘Ruinas circulares’ y tenía el premio Publicación de obra. Yo no tenía obra, tenía algunos poemas sueltos y gané la Mención de Honor, el 2° premio. Fui al encuentro, conocí a un montón de gente que escribe y Patricia Bence, que es la editora, me pidió que le mande mi obra. Me puse a trabajar en lo que tenía y en lo trabajado en la capacitación y les gustó mucho. Tengo un cielo en la cocina fue mi primer libro publicado”.
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