Quizás algunos cinéfilos recuerdan la escena de esa película en que Libertad Lamarque entra a la iglesia para casarse, sola y sin padrino ¡esos eran melodramas!

Algo similar sucedía con Julie Andrews entrando a la abadía, en el technicolor de “La novicia rebelde/The sound of music”.

¡Vestidas de blanco, con velos de tul ilusión y solas, solitas y solas!

No sabemos si Susanita pensaba en escenas de boda cuando abrió la ventana de su dormitorio para comprobar que aún no amanecía, que era noche cerrada.

Una luna redonda y gigante, acompañada por numerosas estrellas iluminaba la eterna y siempre infinita llanura pampeana.

Susanita se sentó en la cama aunque parecía que nunca iba a llegar la luz del día. Estaba ansiosa esperando que llegara la mañana del sábado, porque ese día le iban a probar el vestido que le estaban confeccionando para la boda de su hermana Paula.

Todas se van a morir de envidia, pensaba, porque iba a entrar a la iglesia abriendo camino a la novia y su padre, el Comisario de Casablanca.

¡Ay, cómo sería el vestido que iba lucir mientras caminaba arrojando pétalos de rosa! ¡Qué emoción!

La emoción dio paso al disgusto, porque para probarle el vestido le vendaron los ojos para que no contara nada, nada.

--¡Es que sos una estómago resfriado!— afirmó Lula.

--Y reconocé que sos un poco chismosa, Susanita, por eso te vendaron los ojos!— completó Loly.

--¡Para que todo sea sorpresa!— aseguró Lula.

¿Sucedería todo como en “La boda de mi mejor amigo”/My best friend´s wedding” o en ¡Mamma mia!?

Sucedió así: Fito, el novio, vistió un traje azul con flor de azahar en el ojal. Pepa, su madre y madrina apareció enfundada –nunca mejor dicho—en un vestido verde oliva con la cintura muy marcada, por lo que lenguas viperinas dijeron que parecía una aceituna gigante. En fin, rato después se supo el por qué de esa cintura.

Lula y Loly fueron a la iglesia aunque estaban disgustadas porque ni a ellas ni a sus padres los habían invitado a la fiesta en el Gran Salón del Hotel Casablanca. El motivo: Pepa decía que ellas eran mala influencia para los niños casablanqueños.

Así suceden los hechos y así son las cosas ¿recuerdan? Casablanca es el pueblo perdido en medio de la provincia de La Pampa.

La ceremonia de boda transcurrió en armonía. María Sorda de Figuretti entonaba el Ave María. Paula y Fito se alejaban del altar seguidos por sus respectivos padrinos cuando ¡zás! una iguana y dos lagartijas se cruzaron en el celestial camino. Del susto, Pepa dio un brusco salto, y al hacerlo se reveló el secreto de su esbelta cintura por no decir que se le reventó el corsé. Y por eso, volaron los botones que sujetaban el vestido a su cuerpo… ¡Desgracia humana!, hubiese dicho la gran Niní Marshall. Sí, queridos lectores, Pepa quedó medio desnuda frente al altar.

Rápido de reflejos, el cura Pablitos envió a un monaguillo con una capa negra para cubrir a la angustiada madrina.

Sí, todos recuerdan ese casamiento pero olvidaron el incidente, porque la gran sorpresa de la noche fue el vestido de Paula. Aunque no lo crean, fue un modelo sacado de las páginas ya amarillas de una revista de moda.

Era una réplica del vestido usado por Grace Kelly cuando se casó con el príncipe Rainiero de Mónaco.

¡Con lo hermosa que estaba la bella y talentosa Elizabeth Taylor junto a Spencer Tracy en “El padre de la novia/ Father of the Bride”!

¡Pero así son los cinéfilos, a veces olvidan, y lamentablemente hay una larga lista de olvidados en la historia del cine! Desde acá nuestra pequeña gota de recuerdos.

Y ahora, en un giro de época que en realidad es un giro literario, puedo contar que Josecito logró adquirir para su cinemateca un film de la saga: “Harry Potter y el cáliz de fuego/ Harry Potter and the Goblet of Fire”.

Lula y Loly habían leído todos los libros y celebraron la noticia dando brincos de alegría.

Para la primera proyección de la película, Susanita decidió vestirse como Bellatrix interpretada por Helena Bonham Carter.

Y sí, Susanita tiene algo de villana, dijeron las conocidas lenguas largas de siempre.

Lula y Loly decidieron vestirse sencillamente, pero pensando en el espacio infinito que también puede recorrer Harry, se peinaron como la princesa Leia, o sea Carrie Fisher en “La guerra de las galaxias/ Star wars”.

Josecito tuvo que exhibir la película varias veces, y todas las veces allí estuvieron las anarquistas mellizas. El éxito fue muy grande, hasta de pueblos vecinos llegaban al Gran Cine Casablanca.

La noticia la dio Susanita quien, por ser hija del comisario junto a su vocación de chismosa, se enteraba de todo lo que sucedía en el pueblo. Era una especie de noticiero ambulante pero también un poco mentirosa, por eso Lula y Loly tomaron la noticia con precaución. No obstante, hicieron guardia frente al horrible edificio del BaLla, vale decir del Banco Llanura, institución de dudosa reputación.

Estuvieron de guardia mucho tiempo pero no descubrieron nada hasta que, de pronto, a la hora de la siesta, por la puerta trasera de la vivienda del recién llegado nuevo gerente del BALla, lo vieron salir a la vereda.

--¡Oh, es Él!— gritaron Lula y Loly con toda la fuerza y entusiasmo de sus 11 años.

El muchachito, de unos 13 años se acercó a ellas sonriendo. De la emoción, las inquietas mellizas no podían hablar. Si no era él, era su clon.

Él dijo que se llamaba Pablo, pero ellas pensaron: ¿y esos anteojos redondos que cubrían esos hermosos ojos azules? No le creyeron que fuese un simple Pablo.

--¿Estás de incógnito?— preguntó Lula.

--Nosotras no vamos a decir nada— afirmó Loly.

El jovencito las miró: una rubia, la otra pelirroja. ¿Acaso no le hacían acordar a Hermione con el cabello del color de Ron? Emma Watson y Rupert Grint, nada menos. Así es la cinefilia, admiradores del aprendiz de mago.

Finalmente, el que decía llamarse Pablo, habló:

--Verán, en Hogwarts estamos de vacaciones y por eso, en un ejercicio de magia me materialicé acá junto a quienes no son mis condiscípulos.

Lula y Loly lo miraban como hipnotizadas, y afirmaron que guardarían el secreto pero, anarquistas al fin, le hicieron un pedido: querían que les enseñara a volar.

--¡Por favor, Harry!— suplicaron.

--No puedo usar mis poderes en vacaciones— afirmó. --Pero igual podemos volar si ustedes quieren— finalizó, y les regaló una sonrisa.

--¡Por supuesto que queremos!— respondieron al unísono.

Y así fue como esa tarde de dorado otoño se alejaron del pueblo y llegaron a las solitarias instalaciones del Aero Club Casablanca, lugar donde habían tomado el avión Ingrid Bergman y Paul Henreid, vale decir Lisa Lund y Victor Laszlo.

Harry piloteó el avión y sobrevolaron la llanura que se veía más infinita que nunca.

--¡Volamos, volamos! -- Gritaban las mellizas.

Susanita, molesta por no participar, alertó a los casablanqueños sobre el vuelo secreto, y así terminó la aventura.

--Hemos volado con Harry Potter y eso no es ningún delito— afirmaron Lula y Loly.

El veredicto fue inapelable: al nuevo gerente lo trasladaron a otra sucursal de BaLla, en un pueblo lejano llamado Árbol Seco.

A Lula y Loly el peor de los castigos para cinéfilas como ellas: les prohibieron concurrir al Gran Cine Casablanca por largo tiempo. El castigo fue ideado por el sádico cura Pablitos, quien en los funerales rezaba “por el primero en morir de los aquí presentes”.

Días después de la sentencia, a la hora de la siesta, que es su hora de justicia anarquista, Lula y Loly cruzaron la plaza rumbo a la iglesia. Llevaban una valijita que recordaba a la que lucía Lili –vale decir Leslie Caron- en la película homónima. Entraron al templo, y podemos asegurar que la valijita en realidad era como la que porta Eddie Redmayne, es decir Newt Scamander… ¿o era la de Lord Valdemort interpretado por Ralph Fiennes?

 Al día siguiente del acto de justicia anarquista, el cura sádico tuvo que clausurar el templo por la invasión de ratas, lagartijas, sapos y murciélagos.

¡A DIOS PONEMOS POR TESTIGO Y MAÑANA SERÁ OTRO DÍA!