Bahía Blanca y sus alrededores atraviesan uno de los momentos más críticos de su historia, afectados por un desastre climático sin precedentes, producto de las intensas lluvias que provocaron inundaciones.
Más allá del catastrófico panorama, un trabajo de hidrografía urbana del Conicet publicado en 2012, anticipaba la problemática en el partido bahiense ante posibles precipitaciones, haciendo hincapié en la ubicación de la ciudad, en la cuenca inferior del canal Maldonado y del arroyo Napostá, es decir, dos cursos de agua claves en el sistema de drenaje.
El informe publicado detalla que la ciudad de Bahía Blanca se encuentra emplazada en la cuenca inferior del arroyo Napostá, cuyo curso atraviesa el interior de la ciudad.
Esta ubicación la expone al escurrimiento de aguas provenientes de zonas superiores, lo que aumenta el riesgo de inundaciones por las crecidas del arroyo. No obstante, diversas obras hidráulicas implementadas en la ciudad lograron disminuir la frecuencia de estas problemáticas.
Sin embargo, destaca que el principal efecto de las precipitaciones intensas en el partido bonaerense, es el anegamiento en áreas de menor pendiente, mientras que en las zonas más altas, el escurrimiento erosiona las calles sin pavimentar, desplazando el material hacia niveles inferiores.
El estudio tuvo como objetivo principal el análisis de la hidrografía urbana para abordar los problemas hidro-ambientales de la ciudad.
La investigación se propuso, entre otros objetivos, caracterizar el comportamiento del escurrimiento superficial, estudiar las modificaciones en las condiciones naturales del drenaje, y analizar las precipitaciones y su impacto en diferentes sectores urbanos.
También se incluyó el estudio del pH del agua de lluvia, con el fin de identificar variaciones en su acidez y alcalinidad, y se analizaron los efectos de las precipitaciones sobre la ciudad y las zonas con mayor riesgo de inundación.
“Gestión del drenaje”
El estudio reveló una reconfiguración del patrón de escurrimiento, adoptando características propias de un diseño subdendrítico, lo que sugiere una red de drenaje deficiente en algunas áreas.
Sobre las precipitaciones, la investigación precisó que se observaron diferencias significativas en los acumulados en distintos puntos de la ciudad, con registros que superan los 100 milímetros en el sector sur, donde el escurrimiento es limitado, y en el noreste, donde se evidencian procesos erosivos.
El análisis del pH del agua de lluvia mostró un leve aumento en su alcalinidad en comparación con los valores de la década de 1980, lo que podría indicar un cambio en la composición química de las precipitaciones, posiblemente relacionado con factores urbanos y ambientales.
Los estudios destacaron la influencia de la urbanización en los problemas de drenaje, señalando que la expansión dispersa de la ciudad dificulta tanto el tendido de servicios como el mantenimiento de las vías de circulación, lo que agrava las problemáticas relacionadas con el escurrimiento y la erosión.
A partir de estos hallazgos, en las últimas líneas del informe detallaron que se presentaron diversas propuestas para mejorar la gestión del drenaje urbano, enfocándose en un diseño más eficiente del sistema de drenaje y la planificación de la infraestructura de la ciudad, para mitigar el impacto hidrológico del crecimiento urbano.
Entre las soluciones sugeridas, se incluyó la optimización del diseño del drenaje pluvial y una mayor integración de la planificación urbana con el manejo de recursos hídricos.
(P12)