La noticia de la muerte del Papa Francisco conmocionó a todo el mundo. El argentino llegó al trono de San Pedro en 2013, en medio de una fuerte crisis institucional de la Iglesia Católica, y con un liderazgo fuerte, impulsó múltiples reformas para recuperar a los fieles que se habían alejado. Su partida dejó vacante el trono de San Pedro, y en medio del duelo, el Vaticano dio inicio a una serie de mecanismos milenarios para elegir al nuevo Sumo Pontífice.
Serán 133 los cardenales- tras la confirmación de la ausencia de 2 purpurados- los encargados de elegir al nuevo Sumo Pontífice. Como toda votación, distintos sectores ya pujan para ubicar a su candidato preferido.
Durante su papado, Francisco nombró 108 cardenales que buscarán lograr una continuidad de sus políticas.
Mientras los purpurados definen al sucesor de Francisco, el Vaticano activó de forma automática el protocolo conocido como “Sede Vacante”, que inicia el proceso de transición hasta la elección de un nuevo Pontífice. Así, la Iglesia quedó bajo custodia del camarlengo -una figura cuyo gobierno “de transición”- personificado por el cardenal irlandés Kevin Farrell.
En la previa del cónclave -que se espera que inicie entre el martes 6 de mayo y el domingo 11 de mayo-, al menos 17 candidatos se perfilan como papables. Sin embargo, y con votaciones largas que pueden estirarse varios días hasta definirse, cabe destacar un viejo dicho de la Iglesia Católica que sentencia que “el que entra al cónclave como Papa, sale como Cardenal”.
La Iglesia Católica respeta una tradición de casi 800 años para elegir a su próximo líder. Si bien los procesos comienzan con la muerte del Papa, la parte más importante es conocida como Cónclave papal, y refleja el sistema de votación que se utiliza en el Vaticano para confirmar al nuevo Sumo Pontífice.
El Cónclave es, en esencia, un proceso democrático en el que los cardenales atraviesan numerosas instancias de votación, hasta que surja un consenso claro sobre quién debe ser el nuevo Papa.
Extra omnes
El proceso comienza con una misa especial por la mañana, después de la que los 135 cardenales en edad de votar se reúnen dentro de la exquisitamente decorada Capilla Sixtina, sede de todos los cónclaves papales desde 1858. Tras esto, se escuchará el grito de “extra omnes” (todos afuera) y los cardenales, que prestaron juramento de secreto, serán encerrados en el Cónclave hasta que puedan elegir un sucesor.
Durante todo este proceso, los cardenales estarán “encerrados”, y no podrán tener contacto con el exterior, ya que el mismo podría afectar su juicio a la hora de votar. Tampoco hay garantía de cuánto puede llegar a durar la votación, y la misma puede extenderse por días, semanas e incluso, aunque mucho menos probable, durante años.
Es entonces cuando se abre un período de fuertes negociaciones para elegir al nuevo Papa. Los cardenales, mediante una combinación de discursos, oración, reflexión y un intenso forcejeo político, van seleccionando candidatos en las sucesivas rondas de votación.
A la hora de votar, los cardenales permanecen sentados a ambos lados de la Capilla Sixtina, y se eligen al azar los nombres de nueve cardenales para oficiar y organizar la votación, de los cuales tres se convierten en escrutadores, cuya tarea es supervisar la votación. Por su parte, tres más recogen los votos y otros tres los revisan.
Según las normas actuales de la Iglesia, sólo los cardenales menores de 80 años pueden emitir su voto. Es por eso que, para elegir al sucesor de Francisco están habilitados para votar 135 purpurados aunque, finalmente, 133 participarán del Cónclave.
Del total de los autorizados a participar de los comicios, 108 fueron nombrados durante el papado del argentino, por lo que se espera que pueda haber una continuidad en el perfil del próximo Sumo Pontífice.
Cómo un cardenal gana la votación
En referencia a la elección de un nuevo Papa, esto sólo ocurre cuando un candidato único obtiene una mayoría de dos tercios. A veces, los Papas son elegidos rápidamente cuando surge un candidato fuerte. Sin embargo, a partir de la 34° votación, el Cónclave sólo vota entre los dos candidatos que más votos obtuvieron en la ronda anterior.
Casi 3 años
A finales del siglo XIII se dio el cónclave papal más extenso, el cual duró casi tres años gracias a luchas políticas masivas. En medio de la incertidumbre, tres cardenales murieron.
El voto en sí es secreto, y fue introducido en 1621 por Gregorio XV para intentar evitar la politiquería abierta, pero el Cónclave es inevitablemente un semillero de facciones rivales que desean ver a su candidato triunfar.
Durante cada votación, los cardenales escriben el nombre de su elección, idealmente con una letra distorsionada para ocultar su identidad.
Humo negro
Las papeletas electorales se queman en una pequeña hoguera dentro de la Capilla Sixtina. El humo negro que se produce por el fuego, indica a la multitud que espera afuera que todavía no se ha elegido un nuevo Papa.
Requisitos para ser elegido Papa
De manera oficial, los únicos requisitos para ser un candidato autorizado es ser varones y católico. Sin embargo, desde hace siglos que los pontífices sólo fueron elegidos entre las filas de los cardenales.
No hay un límite de edad para quien puede convertirse en Papa, pero Francisco tenía 76 años cuando asumió el cargo, el cual dejó a sus 88. Su antecesor, Benedicto XVI, fue elegido a sus 78 años y se retiró a los 85.
Habemus Papam
Si un candidato no obtiene los dos tercios de los votos, las papeletas son incineradas -junto a un químico especial- lo que despide un humo negro a través de la chimenea y anuncia a los millones de fieles alrededor del mundo que el cónclave continuará a la espera de consensuar un candidato.
Sin embargo, cuando un candidato obtiene dos tercios de los votos necesarios para ser electo como nuevo Papa, se inicia un nuevo proceso para darlo a conocer al mundo. El Cardenal Decano llama entonces al candidato al frente de la capilla, y le pregunta si está dispuesto a aceptar. Si la respuesta es sí, se le pide al nuevo Papa que elija su nuevo nombre papal.
Humo blanco
Luego de este ritual de renombramiento del Papa, las papeletas electorales se queman una vez más con un aditivo colocado en el fuego que vuelve blanco el humo, informando al mundo que se eligió un nuevo Pontífice.
Así, el flamante Papa es conducido a la Sala de las Lágrimas, adyacente a la Capilla Sixtina, donde se pone su nueva túnica blanca y sus zapatillas rojas.
El Papa es presentado entonces a la multitud reunida en el Vaticano, desde el balcón principal de la Basílica de San Pedro con las famosas palabras: “Annuntio vobis gaudium magnum: Habemus Papam!” (Les anuncio con gran alegría que tenemos un Papa).
Candidatos más fuertes al trono de San Pedro
Con divisiones teológicas profundas y una Iglesia católica cada vez más global, el próximo cónclave podría marcar el cambio de poder más dramático en la historia moderna de la Iglesia. Es que, a pesar de haber contado con un gran apoyo entre sus fieles, numerosos sectores tradicionales de la iglesia veían de reojo al papa Francisco por su intención de apertura en la Iglesia Católica.
En los últimos años, tres corrientes internas de la Iglesia fueron perfilando líderes, posibles sucesores del Papa Francisco. Entre los principales sectores están:
El establishment: son candidatos profundamente arraigados en la Curia, redes romanas y con habilidad para mantener la estabilidad. En este lote los que más posibilidades tienen son los italianos Pietro Parolin y Matteo Zuppi, dos cardenales con verdadero poder en la Iglesia, aunque también aparecen Péter Erdö y Mario Grech.
Los reformadores: son cardenales progresistas con visión franciscana. Están alineados con las reformas de Francisco: descentralización, justicia social y cercanía pastoral. En este grupo figuran Luis Antonio Tagle, Jean-Marc Aveline, Wilton D. Gregory y Fridolin Ambongo.
Los tradicionalistas: son cardenales anti-Francisco y conservadores. Son los bendecidos por Benedicto XVI, enemigos del progresismo, ultraconservadores y defensores de la “Iglesia antigua”. Aquí aparecen Roberto Sarah, Raymond Leo Burke, Willem Jacobus Eijk, Carlo Maria Polvani.
Cardenal Pietro Parolin (70 años, Italia)
Actual secretario de Estado del Vaticano, el segundo funcionario de mayor rango de la Iglesia, Parolin es reconocido por su habilidad diplomática y su papel central en la gestión de los asuntos internos y externos de la Santa Sede. Fue Nuncio de Venezuela. Su experiencia en relaciones internacionales y su moderación lo posicionan como un candidato capaz de mantener la continuidad y estabilidad en la Iglesia.
Tuvo un papel muy importante en la mediación del deshielo entre Estados Unidos y Cuba hace una década, y el acuerdo entre el Vaticano y China de 2018. Ningún Secretario de Estado del Vaticano fue elegido Papa desde Pío XII en 1939, al estallar la Segunda Guerra Mundial. Con el clima geopolítico actual considerablemente volátil, es posible que los cardenales electores vuelvan a ver la necesidad de un diplomático.
Cardenal Matteo Zuppi (69 años, Italia)
Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana y miembro de la Comunidad de Sant’Egidio, movimiento internacional de laicos que se basa en la oración, los pobres y la paz, Zuppi es conocido por su enfoque pastoral cercano y su compromiso con causas sociales. Recientemente, el Papa Francisco le encomendó una misión de paz en Ucrania, destacando su capacidad para mediar en conflictos complejos.
Cardenal Pierbattista Pizzaballa (59 años, Italia)
Es el actual Patriarca Latino de Jerusalén. Pizzaballa se presenta como uno de los “candidatos” papables más jóvenes. Durante su carrera sirvió en Jerusalén durante más de 30 años, es un estudioso de las Sagradas Escrituras que atendió a los católicos de habla hebrea en Tierra Santa (él mismo lo habla con fluidez), y entre 2004 y 2016, fue custodio de Tierra Santa.
Su nombre resonó con más fuerza desde que estalló la guerra Israel-Gaza el pasado 7 de octubre de 2023, y desde que expresó su disposición a ofrecerse como intercambio a Hamás para liberar a los niños israelíes secuestrados y retenidos en Gaza.
Cardenal Péter Erdö (72 años, Hungría)
Es uno de los dos cardenales nombrados por el Papa Juan Pablo II. Como arzobispo de Budapest y teólogo, Erdö ha jugado un papel importante en el diálogo ecuménico, especialmente con las iglesias ortodoxas.
Es un abogado canónico, y está asociado con una inclinación teológica que es (en la medida en que estos términos realmente pueden aplicarse a la Iglesia) más conservadora que la del Papa Francisco. Su liderazgo durante eventos internacionales, como el Congreso Eucarístico Internacional de Budapest en 2021, demuestra su capacidad para unir a diferentes comunidades de fe.
A diferencia de muchos críticos acérrimos del Papa Francisco (vivos y fallecidos), Erdö demostró la flexibilidad para integrarse con entusiasmo en los procesos sinodales de la iglesia bajo el papado. Este equilibrio podría convertirlo en una opción atractiva para el consenso.
Otra posible ventaja: como húngaro, el cardenal Erdö ha liderado su iglesia local durante un período en el que la democracia se ha convertido en autocracia, una habilidad que podría ser útil hoy en día.
Cardenal Robert Prevost (69 años, EEUU)
Es considerado un líder altamente experimentado, con un papel vital al frente de la oficina del Vaticano para el nombramiento de obispos, evaluando a los candidatos y formulando recomendaciones al Papa. Antes de ser elegido por Francisco, fue obispo de Chicalayo, Perú.
Si bien se suele decir que los cardenales electores siempre se muestran reticentes a elegir a un Papa estadounidense debido a la influencia política global de este país, la larga experiencia de Prevost en Perú podría contribuir a mitigar esta situación.
Cardenal Cristóbal López Romero (72 años, España)
El cardenal español dirige una iglesia en Marruecos, en un trabajo estrecho con migrantes. Es miembro de la orden religiosa salesiana, un grupo dentro de la Iglesia dedicado a la educación de jóvenes. Durante su servicio en la Iglesia, pasó varios años en Latinoamérica.
Su estancia en Marruecos le proporcionó experiencia en el diálogo con el islam, y enfatizó la importancia de trabajar con los musulmanes. López Romero también defendió el proceso de reforma sinodal iniciado por Francisco. Insiste en que la Iglesia católica “no es una organización occidental”, y que su trabajo refleja las prioridades de diálogo y misión de la Iglesia contemporánea.
Cardenal Jean-Claude Hollerich (66 años, Luxemburgo)
Recibió elogios tras coordinar dos cumbres cruciales recientes en el Vaticano sobre la reforma de la Iglesia (sínodos), y es jesuita como Francisco. Hollerich trabajó durante muchos años en Japón, y habla varios idiomas con fluidez, incluido el japonés, por lo que podría resultar atractivo para electores de diversos países.
Es un defensor de las reformas eclesiásticas, siendo uno de los asesores más cercanos de Francisco, y ejerció durante cinco años como presidente electo de una agrupación de obispos de países de la Unión Europea.
Cardenal Mario Grech (68 años, Malta)
Es cardenal desde 2020. Nacido en Malta, fue nombrado obispo de Gozo en 2005. En 2020, fue nombrado secretario general del Sínodo de los Obispos. Grech facilitó el proceso sinodal y lo hizo con una acogida cordial, incluso poética, de la gran visión del Papa.
En 2013, los europeos perdieron el papado por primera vez en un milenio. Podría ser dudoso que lo recuperaran tan rápidamente, especialmente considerando que su porcentaje de cardenales con derecho a voto ha disminuido en los últimos años.
Sin embargo, el Papa Francisco encargó al cardenal Grech que liderara el evento decisivo de su pontificado: el Camino Sinodal, un proceso gigantesco que consultó a toda la iglesia mundial para discernir nuestras necesidades y la dirección del futuro.
Su elección, especialmente para alguien que apenas ronda los 70 años, podría significar que el camino sinodal apenas ha comenzado.
Cardenal Luis Antonio Tagle (67 años, Filipinas)
Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, Tagle representa a la creciente comunidad católica asiática. Su carisma y experiencia pastoral en contextos diversos lo hacen un candidato atractivo para aquellos que buscan una Iglesia aún más abierta y representativa a nivel global.
Es un favorito para el próximo cónclave. Desde hace tiempo se considera al jefe de la oficina de evangelización del Vaticano (y anteriormente arzobispo de Manila) para futuro Papa. Tiene gran presencia mediática, carismático y alegre, sería el primer papa de la historia que hablaría inglés con fluidez.
Tagle es la única persona en esta lista elevada a cardenal por Benedicto XVI, pero Francisco también vio su potencial al traerlo a Roma, desde el único país de mayoría católica en Asia, y ponerlo al frente de la prioridad más importante de la iglesia: difundir el evangelio.
Sin embargo, en años más recientes se produjo un colapso de personal en Caritas Internationalis, el grupo paraguas global para el trabajo humanitario de la iglesia, también bajo la jurisdicción de Tagle. Si fue una casualidad o representativo de las habilidades administrativas del cardenal, es una pregunta que los electores tendrán que sopesar.
Cardenal Michael Czerny (78 años, Canadá)
Prefecto del dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, Czerny ha sido una voz prominente en temas de justicia social, migración y medio ambiente.
Habiendo sido migrante él mismo -de Checoslovaquia con sus padres a los dos años-, Czerny conecta Europa con las Américas de una manera que recuerda a cómo la historia de Francisco conecta Italia con Argentina.
El cardenal Czerny es otro candidato que podría considerarse en formación para un puesto más importante. Su avanzada edad es, sin duda, un punto en su contra. El canadiense también es miembro de la Compañía de Jesús, y muchos aseguran que siendo Francisco el primer Papa jesuita de la historia, dos Papas seguidos podrían ser demasiado.
Aunque su edad se aproxima al límite para ser elector, su dedicación a las causas humanitarias resuena con la visión de una Iglesia comprometida con los marginados.
Cardenal Joseph Tobin (72 años, EEUU)
Tobin trabajó en Roma como alto funcionario del Vaticano y como líder de su Orden Redentorista, una congregación con presencia en más de 80 países. Habla español, portugués, francés e italiano, y es un defensor de los migrantes.
Llegó a desafiar en una ocasión la prohibición del exgobernador Mike Pence, de reasentar refugiados de Siria en Indiana. Su experiencia en el Vaticano y su liderazgo en las comunidades católicas de Indianápolis y Newark, lo convierten en uno de los principales candidatos estadounidenses.
Wilton D. Gregory (77 años, Estados Unidos)
Es el primer cardenal afroamericano, nacido en Chicago, y ex arzobispo de Washington. Es conocido por su postura ética en momentos de escándalos con la Iglesia, y por su liderazgo pastoral en EEUU.
El 18 de octubre de 1983, el Papa Juan Pablo II lo nombró obispo titular de Oliva y obispo auxiliar de Chicago. Fue consagrado el 13 de diciembre del mismo año, en la Catedral de Chicago, a manos del cardenal-arzobispo Joseph Bernardin. En ese momento contaba con 36 años, por lo que pasaba a ser el obispo más joven de los Estados Unidos. En la Conferencia de los Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), fue presidente del Comité de Liturgia (1991-1993).
El 29 de diciembre de 1993, fue nombrado obispo de Belleville. En abril de 2002, en reconocimiento de su gestión de un escándalo de abuso sexual, fue elegido por la revista Time como la persona de la semana. El 6 de julio de 2002, fue nombrado miembro de la Comisión Pontificia para los Bienes Culturales de la Iglesia. Hasta que el 9 de diciembre de 2004, el Papa Juan Pablo II lo nombró arzobispo de Atlanta.
Gregory ha participado activamente en la Iglesia abogando por la prevención del abuso sexual infantil por parte del clero y los religiosos católicos, y por la implementación de políticas para proteger a los fieles del abuso sexual.
En una entrevista de agosto de 2019 con Crux Magazine, Gregory criticó la retórica del presidente Donald Trump, y dijo: “Temo que los recientes comentarios públicos de nuestro presidente y otros, y las respuestas que han generado, hayan profundizado las divisiones y disminuido nuestra vida nacional”; pidió un “fin” a “la creciente plaga de ofensas y falta de respeto en el habla y las acciones”.
El 4 de abril de 2019, el Papa Francisco lo nombró arzobispo de Washington hasta el 6 de enero de 2025 pasado, que presentó su renuncia. Apreciado por su claridad moral, aunque sus posibilidades como papable son reducidas por motivos geopolíticos.
Cardenal Jean-Marc Aveline (66 años, Francia)
El cardenal y arzobispo de Marsella, Jean Marc Aveline, ha ganado visibilidad internacional gracias a su papel clave en la cumbre de las conferencias episcopales mediterráneas, lo que ha aumentado su perfil como posible candidato papal.
Su enfoque pragmático y su capacidad para generar consenso en un contexto político y social complejo, lo hacen atractivo como líder eclesiástico.
Aveline, que mantiene una profunda conexión con su historia personal como hijo de emigrantes, ha demostrado una gran fidelidad a los valores cristianos, siendo respetado tanto dentro como fuera de la Iglesia.
Su perfil intelectual y pastoral encaja con el estilo de Francisco, aunque su peso dentro de la Curia es limitado. Posee una voz fuerte en el diálogo interreligioso, es defensor de los migrantes y minorías.
Cardenal Robert Sarah (79 años, Guinea)
Robert Sarah, nacido el 15 de junio de 1945 en Ourus (Guinea), es hijo de padres convertidos al cristianismo, y tuvo que trasladarse a Costa de Marfil para estudiar en el seminario. Tras la independencia de su Guinea natal, pudo regresar al país, para acabar siendo ordenado sacerdote en 1969.
Con 34 años se convirtió en el obispo más joven del mundo, al ser nombrado arzobispo de Conakry, y su nombre estuvo en la ‘lista negra’ del dictador Ahmed Sékou Touré.
Es bastante activo en las redes sociales -tiene más de 150.000 seguidores en X (antes Twitter)- y en 2022 la revista Paris Match lo presentó como alguien de “enorme influencia”, mientras que Radio France Internationale lo considera uno de los cardenales más respetados de África.
Aunque se acerca al límite de edad para ser elector, Sarah, ex Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, es toda una celebridad en la Iglesia por ser un bestseller de libros espirituales. Es considerado una figura destacada del tradicionalismo.
Además, es conocido por su defensa del cuidado de la liturgia y los sacramentos, como respuesta al olvido de Dios de la sociedad actual. Su liderazgo podría atraer a aquellos que buscan una reafirmación de las tradiciones doctrinales de la Iglesia.
Es muy conservador en doctrina y liturgia, apoya la misa en latín, valores familiares tradicionales y una visión jerárquica de la Iglesia. Sin embargo, su avanzada edad y perfil divisivo reducen sus posibilidades.
Cardenal Fridolin Ambongo (65 años, República Democrática del Congo)
Entre los líderes africanos, el cardenal Fridolin Ambongo Besungu, arzobispo de Kinshasa, se destaca como una figura influyente en la Iglesia. Con un prestigio consolidado en su país, marcado por las secuelas de una prolongada guerra civil, el cardenal Ambongo forma parte del Consejo de Cardenales.
Es un candidato votable, especialmente considerando la creciente persecución religiosa que atraviesa su continente, donde, a pesar de todo, las vocaciones religiosas continúan en aumento en contraste con la tendencia decreciente de Europa, según los últimos informes de la Agencia Fides.
Otro eco de Francisco reside en la identidad del cardenal como sacerdote religioso, más que diocesano. Las órdenes religiosas son fuentes de reforma y renovación en la Iglesia. Quizás sería lógico que un Papa jesuita llamado Francisco fuera seguido de un franciscano (capuchino).
Por otro lado, Ambongo Besungo es aún bastante joven para los estándares del Vaticano. Y un Papa elegido a los 76 años ha superado ampliamente las expectativas iniciales para su mandato.
Raymond Leo Burke (76 años, Estados Unidos)
Es un crítico abierto del Papa Francisco, famoso por su defensa del derecho canónico y la liturgia tradicional.
Se lo señala como exiliado de puestos clave por Francisco. Es el símbolo del ala más conservadora, y tiene poco apoyo fuera de círculos tradicionalistas.
Willem Jacobus Eijk (71 años, Países Bajos)
Willem Jacobus Eijk nació el 22 de junio de 1953, hijo de padre protestante y madre católica. Estudió para ser médico, pero acabó dando el salto al seminario, para ser ordenado en 1985, aunque como capellán obtuvo su doctorado con una tesis sobre la práctica de la eutanasia en su país.
En 1999 fue ordenado obispo, y en 2007, Benedicto XVI lo eligió arzobispo metropolitano de Utrecht; tres años después, fue elegido presidente de la Conferencia Episcopal neerlandesa. No fue hasta 2012 cuando fue erigido en cardenal-sacerdote.
Es un cardenal sólidamente ortodoxo y próvida, y su experiencia como médico lo ha llevado a abordar cuestiones sobre la vida y la muerte, como la eutanasia y la fertilización in vitro. Descarta la ordenación de mujeres en el sacerdocio -no sólo eso, sino que considera este un tema obsoleto que ya no interesa entre los jóvenes que llegan a la iglesia- al considerar que no debe cambiarse esta tradición por presiones sociales o culturales, y cree que las relaciones homosexuales no pueden ser bendecidas porque “son contrarias al orden de la creación de Dios”.
(Ámbito)