La caída del régimen de Bashar al Assad puso este domingo un dramático final a su lucha de casi 14 años por mantenerse en el poder, mientras su país se fragmentaba en una brutal guerra civil, convertida en un campo de batalla indirecta entre potencias regionales e internacionales.
Rusia anunció que Al Assad “dimitió” y salió del país. Horas antes, los rebeldes comunicaron que “después de 50 años de opresión, y 13 de crímenes y desplazamiento forzado, anunciamos hoy (miércoles) el fin de este período oscuro, y el inicio de una nueva era para Siria”.
La caída del dictador marcaba un fuerte contraste con sus primeros meses como el improbable presidente de Siria en 2000, cuando muchos esperaban que fuera un joven reformador después de tres décadas del férreo control de su padre. Con sólo 34 años, el oftalmólogo educado en Occidente era un aficionado a la tecnología de trato amable.
Pero cuando se enfrentó a las protestas contra su régimen que estallaron en marzo de 2011, Assad recurrió a las tácticas brutales de su padre, en un intento de aplastarlas. A medida que el alzamiento derivaba en una guerra civil, recurrió a su ejército para bombardear ciudades controladas por la oposición, con apoyo de aliados como los regímenes de Irán y Rusia.
Grupos internacionales de derechos humanos y fiscales, alegaron el uso generalizado de tortura y ejecuciones extrajudiciales en los centros de detención gestionados por la dictadura siria.
La guerra en Siria ha matado a casi medio millón de personas, y desplazado a la mitad de la población que tenía el país antes de la guerra, 23 millones de personas. A medida que la revuelta se convertía en guerra civil, millones de sirios huyeron cruzando las fronteras a Jordania, Turquía, Irak y Líbano, y hacia Europa.
Su partida pone fin al régimen de la familia Assad, que duró casi 54 años. Sin un sucesor claro, sume al país en una gran incertidumbre.
(Infobae)