Claudia Quiroga se define como “artivista” y en su dramaturgia hay un poderoso reflejo de estos tiempos de fuerte cambio en la mirada social. Mientras presenta su libro Rosa del desierto, promueve talleres y acciones artísticas “para el empoderamiento de mujeres y feminidades”, según narró al diario Página/12.
El cuerpo como territorio político. Y, especialmente, el cuerpo femenino. Esta es la premisa que dispara la dramaturgia de Claudia Quiroga, quien desde 2007 recorre el país brindando asistencias técnicas y desde 2012 trabaja con una metodología muy particular. Es convocada por grupos de actores y actrices que le cuentan sus historias de violencias.
Y, desde la memoria de esos cuerpos, ella elabora textos que concluyen siempre en una liberación. Sin reproducir la violencia, lo social es narrado en amalgama con lo poético. Rosa del desierto (funda/mental ediciones), primer libro de la artivista, compila tres textos en fuerte sintonía con esta época; tres obras ya estrenadas sobre violencia obstétrica, abuso infantil y la urgencia de que las mujeres se reencuentren consigo mismas.