Después de hacerlo, van a ser aplaudidos y felicitados por una parte de la sociedad y defenestrados y calumniados por otro sector de pampeanos.

A quienes tienen una responsabilidad tan grande e importante, independientemente de cualquiera sea lo que cada uno decida, voy a permitirme recordarles lo que olvidaron hacer antes de tener que llegar a esta situación.

Desde 1983 en adelante los argentinos vivimos en un sistema que defiende la soberanía del pueblo y el derecho que éste tiene a elegir y controlar a sus gobernantes. Esto se llama DEMOCRACIA.

Las sociedades humanas, especialmente los estados y sus formas de gobierno, se organizan según la ciencia que es la POLÍTICA.

Con estos dos conceptos básicos oportunamente decidimos organizarnos como Nación.

En nuestra Constitución Nacional a los partidos políticos se les da rango constitucional.

Son los partidos quienes proponen a los Ciudadanos el conjunto de nombres para que los representen en los distintos cargos cuando hay elecciones.

Los cinco pampeanos a que hago referencia han sido elegidos, a propuesta de sus partidos, en votación popular, libre y secreta para que formaran parte de una Cámara Legislativa como es la Cámara de Diputados de la Nación.

Nuestros Diputados, que a ellos me estoy refiriendo, y doscientos cincuenta y dos pares más, el próximo miércoles 13 deberán decidir si votar por sí, por no o abstenerse de hacerlo, la ley que se ha dado en llamar del aborto. Legislativamente tiene otro nombre.

Cuatro de Uds. están librados a su buen criterio y convicción. El restante ha manifestado haber hablado con personas que están a favor y en contra, y que en los próximos días lo haría con el Sr. Gobernador.

Tengo que decirles, lamentablemente, que los partidos políticos que los propusieron para el cargo los han dejado solos. Ninguno de ellos se tomó el trabajo de convocar y organizar reuniones entre sus afiliados o públicas para que pudieran formarse una opinión del pensamiento de quienes los eligieron, los pampeanos.

Ustedes, dejando de lado las pertenencias partidarias, tampoco tuvieron la iniciativa de convocar, los cinco juntos, reuniones públicas en distintas localidades para que los Ciudadanos les pudiéramos hacer saber nuestra opinión sobre un tema tan sensible.

Desconozco si han participado de las reuniones realizadas en la Cámara de Diputados donde más de mil personas de todo tipo con distinta preparación, condición social, profesión, religión, dieron a conocer porque se debía tratar y resolver este tema por sí o por no, mientras en los alrededores se manifestaban los que sostenían una u otra posición.

En la provincia, en varias localidades, se organizaron marchas por el sí y por el no, en ninguna de ellas, por lo que trascendió en los medios, se reclamó una mayor inversión oficial en información, educación y prevención para que el sector más vulnerables, los jóvenes, y la población en general puedan disponer del conocimiento necesario y suficiente sobre el tema, que no pasa por la decisión del voto de Uds. por SI, NO o ABSTENCIÓN que tomarán el miércoles venidero.

Estimados diputados, estoy convencido y confiado en el buen criterio que tendrán al momento de votar. Cualquiera sea la decisión que tome cada uno sepan que este Ciudadano les brinda su total respaldo, pero quiero me permitan recordarles que en el futuro si aspiramos que la Democracia y la Política funcionen mejor es necesario que ante reformas profundas que atañen a la población en general, los partidos políticos deben cumplir con sus funciones, la sociedad en su conjunto a través de sus distintas organizaciones debe impulsar los debates y Uds. tienen la obligación de exigirles a ambos que los ayuden porque no son, ni deben sentirse, personas infalibles como dioses que nunca se equivocan cuando adoptan una postura. Nosotros simplemente los hemos elegido por un período determinado para que en nuestro nombre y representación gobiernen.

Quiero fijar la opinión que tengo sobre este tema. Siempre he sostenido que es un problema de salud y que en algún momento se haría necesario regularlo con una ley que contemplara y amparara a la mujer, al feto, al profesional médico y sus ayudantes, a la institución donde se realiza y las convicciones religiosas de cada uno.

Cuando se enfrenta una situación tan delicada como es un aborto, la decisión es muy íntima y personal, solo compartida, de ser necesario, con la intimidad familiar. No debe ni puede la sociedad en su conjunto juzgar a todos los que se ven involucrados en una cuestión tan delicada, por y para eso está el Estado que tiene la obligación de establecer normas claras que regulen la vida de los Ciudadanos.