En un fallo histórico, el 19 de abril de 2005, la Audiencia Nacional, principal instancia penal española, condenaba a Adofo Scilingo a 640 años de cárcel por delitos de lesa humanidad, detención ilegal y tortura durante los años de plomo, convirtiéndolo en el primer represor argentino condenado en presencia en el extranjero.
Posteriormente El Tribunal Supremo español elevó de 640 a 1.084 años de cárcel. Sin embargo el responsable de haber arrojado a 30 personas al río en dos "vuelos de la muerte" de la Marina, se pasea tranquilo por las calles de Madrid.
Hoy, cuarenta años después, Scilingo con 71 años disfruta de la libertad que le permiten sus permisos penitenciarios escondido en un pequeño pueblo de la sierra madrileña.
La imagen del represor fue publicada por el sitio españo Voz Populi saliendo de su escondite en Soto Real cuando no está en Madrid.
Viste unos pantalones de pinzas color beige, camisa clara y zapatos oscuros. Lleva unas gafas de ver colgadas sobre el cuello. Compra algo y emprende rápidamente el camino de vuelta a casa. Son unos cien metros de distancia. No se detiene a hablar con nadie. Vive en una casa modesta en un edificio de color rojizo sobre un supermercado y otros negocios locales.