En diálogo con MaracóDigital.net, Juan Carlos Dovano aseguró que puede justificar uno y cada uno de los montos de dinero que le secuestraron, que no tienen conexión alguna con la venta de droga y aclaró que nunca se fugó de la policía y que “miente” la fuerza cuando habla de “operativo” de control o que lo siguió un patrullero. “Son mentiras”, dijo.
“El periodismo lo sabe -advirtió-: Cuando se hacen operativos de control vehicular hay camionetas del Comando, de la seccional que interviene, todos uniformados, todos con balizas, todos con conos… porque en un control hay que darle primero que nada seguridad al empleado policial que va a hacer el operativo y después hay que darle la seguridad al que viene, porque si no, quien viene por la calle te puede chocar”.
“Yo venía durmiendo y manejaba mi novia, que dobló como siempre hacemos, por una calle vecinal para evitar los semáforos del Chango Mas porque tardan 5 minutos y llegamos hasta mi casa y recién ahí llegó la policía, atrás nuestro”, relató.
Afirmó que el único incidente extraño fue que al bajar a la calle vecinal, su novia le gritó porque “vio que en contramano se le venía un auto oscuro encima, no un móvil policial, un auto particular”, con el que se rozaron.
Y no se detuvieron porque a la mujer le dio temor de que pudieran robarles. “En ningún momento nos dimos cuenta que eran policías. Yo le dije: pará, pará… Ella dobla y se pone muy nerviosa pensando que nos querían robar” y por eso siguieron.
Dovano puntualizó en torno a esta circunstancia, que frente a testigos, preguntó si los policías que dicen haberlo perseguido pudieron observar que durante todo el trayecto se desprendiera de algún objeto y que le contestaron que no, situación de la que dijo haber pedido que constara en el sumario.
“Llegamos a mi casa y me disponía a salir para hacer la exposición de lo que había pasado, cuando llegó el Grupo Especial”.
EN EL DOMICILIO
Sobre lo actuado en el domicilio de la calle 29, el ex jefe policial reveló que le llamó la atención el nerviosismo y la agresividad de un oficial santarroseño que no quiso identificarse, que lo insultó y maltrató al igual que a sus familiares y que al cabo del allanamiento y las actuaciones “pretendió darme la mano y pedirme disculpas”.
“Un chico de barbita que no me quiso decir ni su jerarquía ni su nombre. Estaba muy nervioso, me faltaba el respeto constantemente, me decía: te voy a arruinar… quería llevarse la escritura de la casa de mi abuela, que la construyó mi abuelo en el año 1970”, recordó.
Dovano explicó que las actuaciones fueron cumplidas casi en su totalidad por personal de Toxicomanía de Santa Rosa, con la presencia local del jefe de la UR II, comisario general Daniel Guinchinau.
Y no pasó por alto, por su extensa trayectoria en la fuerza, lo que consideró directas “falencias” o “groseros errores”.
“Ingresaron al patio de mi casa y subieron a los techos en busca de droga, pero nunca accedieron al fondo del terreno donde tenemos un perro pitbull porque les dio miedo. Si yo tenía algo enterrado ahí, pasaba desapercibido”.
“Tampoco trajeron un perro que olfateara en busca de droga y menos revisaron mi auto con un perro -continuó-. Se limitaron a pasearnos por la propiedad junto a dos testigos civiles a los que separaban… iban con uno sólo de los testigos a revisar otro sector de la casa. Esa sola situación, si me hubieran encontrado droga, le alcanza a un abogado para hacer declarar nulo el procedimiento”.
También se sorprendió porque los encargados del allanamiento “no filmaron absolutamente nada del procedimiento. Hoy esa es una ayuda inestimable, una garantía, tanto para el juez, para ellos como para mí. Y yo no vi ninguna cámara ni celular que grabara en video todos los pasos realizados”.
“En un momento escucho que empiezan a los gritos: “Encontramos un arma, encontramos un arma…” Y yo le había dicho a Guinchinau que mi arma reglamentaria estaba en el primer cajón y que la retirara. Parecían sorprendidos de que hubiera balas de 9 mm… Tuve que decirles que yo había pasado la nota de retiro pero que todavía no me habían retirado el arma”.
“CÓMPLICES”
Dovano dijo también que el remisero al que le hicieron otro de los allanamientos es un trabajador que fue a su domicilio días atrás, para hacer un viaje llevando a uno de los inquilinos de la propiedad de su abuela.
Aseguró que tampoco a él le secuestraron droga pero relató una situación muy delicada. Dijo que “uno de los testigos que llevaron al allanamiento del remisero vino a verme después, de forma voluntaria, para contarme que uno de los uniformados andaba con una bolsita de nylon que quería “dejar” en el interior de la vivienda y que él se opuso diciéndoles que no iba a firmar”.
RÍO CUARTO
Ante la consulta puntual, el ex comisario dijo que creía que en las escuchas telefónicas los investigadores pueden haber captado los diálogos que mantuvo con un camionero al que le contrató viajes para llevar materiales de construcción desde Río Cuarto hasta el terreno cerca de Carlos Paz que compró con su hijo, con el dinero de la venta de la casa familiar que los Dovano poseían en el barrio de Empleados de Comercio.
“Yo estoy separado de la madre de mi hijo pero ambos firmamos para que la propiedad fuera escriturada a su nombre cuando cumpliera los 18 años. La casa se vendió, cobramos la primera parte, un millón de pesos, y con eso mi hijo se decidió por comprar en Córdoba, adonde se va a ir a estudiar. Por eso hicimos el viaje a Córdoba, a Alta Gracia, donde firmamos la escritura y de allí estábamos regresando”, detalló con la precisión que entrenó durante sus 28 años en la policía.
“Y al regresar, en Río Cuarto paramos a cargar combustible –agregó-. Hay cámaras donde se puede corroborar”.
EL DINERO
Dovano describe también de forma puntillosa cada uno de los montos de dinero secuestrados y su respectivo respaldo. Montos de entre 3.000 y 15.000 pesos, que se corresponden con la jubilación de su abuela, con un ingreso de su hijo, con los alquileres que pagan los inquilinos y con el sobrante de una plata que retiró de una entidad financiera para pagar la escritura del terreno en Córdoba. Nada extraordinario y “todo justificado con la documentación correspondiente. Yo soy muy ordenado. Me preparé, estudié durante años, en la policía y afuera. Desde que ascendí a subcomisario tuve que presentar todos los años mi declaración jurada, en relación a mi salario. Hoy yo estoy percibiendo algo más de 70.000 pesos mensuales”, dijo.