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  MARTES 30/10/2018
A propósito de la historia de las “mujeres de confort”
La columna de Juan Forn publicada el domingo por Página/12 y replicada en esta página web, motivó un imperdible comentario de la doctora María del Pilar Álvarez, investigadora del CONICET, que preferimos transformar en columna y compartir con los lectores.

Muy interesante recuperar la historia de las mujeres esclavizadas por Japón durante la época del avance imperialista en Asia (1931-1945). Como investigadora del CONICET que ha trabajado durante muchos años sobre este tema (incluyendo estancias de investigación en Corea, China, Taiwán…), quería contribuir a la reflexión de Juan Forn con algunas aclaraciones histórico-políticas.

En primer lugar, como bien comenta el autor, cada miércoles a las 12 del mediodía se realiza una demostración frente a la Embajada de Japón en Seúl para reclamar verdad y justicia.

No marchan sólo un “puñado de mujeres de más de noventa años”, sino que cientos de jóvenes, militantes de distintas organizaciones de la sociedad civil involucradas en la causa y grupos religiosos (budistas y católicos) asisten a la demostración de los miércoles.

De hecho, es sorprendente como ha crecido en la última década la participación espontánea y de jóvenes de escuelas secundarias. Corea del Sur es el único país que tiene demostraciones semanales. En otros lugares, hay protestas esporádicas; por ejemplo, en Taiwán el TWRF (la ONG encargada de las “mujeres de confort”) celebran el 8 de marzo (día internacional de la mujer) incluyendo un acto en conmemoración a estas mujeres y también suelen marchar los 15 de agosto (fin de la guerra).

Por otro lado, la Estatua de la Paz fue erigida en conmemoración a la demostración número 1000 y a partir de su creación, como sostiene Forn, se han realizado distintas réplicas en países afectados por la red de esclavitud sexual de la Armada Imperial como así también en Alemania, los Estados Unidos, Australia, entre otros.

La historia de las “mujeres de confort” (traducción literal de la palabra utilizada en japonés para denominarlas que, más allá de las connotaciones terribles del término, es usado por las ONGs y Centros de Investigación en la región dada su popularización) comienza antes de 1937. Si bien la mayoría de los raptos masivos se dan a partir de 1937 y, sobre todo, a partir de Pearl Harbor (que empieza el gran avance de Japón en la región), el período considerado por las organizaciones que reclaman justicia es 1931 a 1945.

Las perversas formas aplicadas para raptar a las víctimas, abarca un espectro bastante amplio de prácticas abusivas y engañosas. No fueron solamente esclavizadas mediante falsas promesas laborales sino también directamente raptadas violentamente por la armada nipona (hasta retiradas forzosamente de las escuelas o secuestradas frente a sus familiares), y hasta hubo casos de “entrega” de vecinos y familiares.

La cantidad de víctimas estimada por Corea es de 200 000, aunque actuales investigaciones en China sugieren que hay muchísimas más y que China tiene tantas o más víctimas que Corea.

Al finalizar la guerra, el escenario en la región era muy complejo. Japón estaba devastado por el lanzamiento de las bombas atómicas y los bombardeos producidos por la guerra. Corea fue dividida en dos zonas de influencia extranjera, en China continuó la guerra civil, etc.

Un escenario delicado que provocó que los Tribunales de Tokio tuvieran unas cuantas omisiones (¡ni Hirohito fue juzgado!). Sin embargo, y a pesar de las múltiples contradicciones que dejó el legado de la guerra en Japón, es en el propio Japón donde surgen desde los años 60 varias publicaciones y organizaciones que le reclaman a su estado que investigue los crímenes de guerra incluyendo el caso de las “mujeres de confort” (cabe aclarar que Japón también posee víctimas).

El rol de la sociedad civil japonesa comprometida con la causa ha sido central en la creación de las ONGs en Corea del Sur, Taiwán y China,  en las investigaciones efectuadas y en la presentación de demandas judiciales frente a tribunales en Tokio. Me parece central destacar el papel de las organizaciones de la sociedad civil que han permitido mantener viva la memoria, asistir a las víctimas, organizar múltiples campañas, incidir en la comunidad internacional y en sus respectivos estados.

El gobierno de Japón en algunos informes oficiales (ver Informe Kato) ha reconocido que estas mujeres fueron forzadas. El reclamo continúa porque no ha aplicado una política de memoria coherente que refleje su compromiso e interés por rectificarse, compensar a todas las víctimas y juzgar a los responsables.

Además de existir declaraciones oficiales contradictorias al respecto y actitudes desafiantes como las visitas de ciertos primeros ministros y funcionarios de Japón a Yasukuni.

Los gobiernos de Japón han dado dos respuestas a los reclamos de las víctimas. El primero fue en 1995 con la creación del Fondo de Mujeres Asiáticas. El segundo, el 28 de diciembre de 2015 con la firma del Acuerdo entre Corea del Sur y Japón. El Fondo sólo abarcó a algunos países víctimas y fue fuertemente rechazado por las organizaciones sociales y algunas víctimas dado que no implicaba el juzgamiento de los responsables y las compensaciones provenían de fondos privados.

El Acuerdo de 2015 fue fuertemente rechazado y hoy, gracias a las gestiones del presidente surcoreano Moon, está en renegociación. Japón nunca propuso una solución al tema que considerara los reclamos de las víctimas y abarque a todos los países víctimas de la esclavitud sexual, aunque ha pedido disculpas en varias oportunidades. 

Creo que el tema es muy delicado y amerita profundidad y seriedad en su tratamiento. Sería recomendable aclarar, por ejemplo, de dónde proviene la encuesta que menciona el autor sobre el nivel de aceptación del Acuerdo de 2015 para evitar interpretaciones desacertadas sobre el caso. 

Finalmente, quisiera recordar que hay varios museos sobre la esclavitud sexual de la armada imperial de Japón. Está el AMA museo en Taipei, dos museos en Corea del Sur, un museo en Shanghai (además de una exposición permanente en el Museo de Nanjing), etc. Desde los años 90, hay varios centros de investigación en los países de la región (incluyendo Japón) y muchísima documentación sobre el caso. Por ejemplo, hay documentos encontrados por historiadores japoneses que acreditan el involucramiento de la Armada Imperial de Japón en la creación y sostenimiento de las estaciones de confort.
 
Podría mencionar muchos otros detalles centrales para comprender la dimensión de lo ocurrido y las implicancias que tienen en la actualidad para los países de Asia. Desde ya, valoro que Juan Forn nos permita discutir el tema. 

Dra. María del Pilar Álvarez (CONICET)

EMAIL: mpalvarezmerlo@gmail.com 
 

NOTA DE LA REDACCIÓN:  María del Pilar Álvarez es doctora en Ciencias Sociales con una Maestría en Estudios de Área con Especialidad en Corea, Maestría en Estudios de Corea y Licenciada en Ciencia Política.

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