Cuentan que antes el lago era totalmente natural y que tenía propiedades curativas, en la actualidad se sigue conservando artificialmente porque es un gran atractivo turístico. Llegan visitantes de diferentes partes del mundo para disfrutar la rareza del paisaje, de los paseos en buggie por los médanos gigantes, otros a practicar sandboard (surfear sobre la arena) y sobre todo para disfrutar atardeceres cuando el sol cae y el paisaje se llena de marrones diferentes, sin final.

Ese día se nos hizo de noche, después de perdernos un par de veces intentando llegar a Huacachina, paramos a dormir en medio del lio de la ciudad de Ica, frente a un hospital, pegaditos a una reja y esquivando que las moto taxi no se lleven un pedazo de paragolpes, ya que se manejan milimétricamente entre los coches y a veces no se entiende como hacen para no chocar. Una ciudad ruidosa, fin de semana y toda la gente en las calles disfrutando del día libre. A la mañana salimos para “el pueblito del oasis”.

Apenas entrar una avalancha de ofertas de actividades para hacer acecha a la llegada. Tomamos una callecita que nos llevó hasta el final donde terminaba el recorrido y sorpresa! Unos amigos chilenos que viajan en Combi ahí estaban, súper instaladísimos rodeados de arenal, a metros de la laguna, bajo un arbolito. El lugar no daba para nuestra casa también así que nos instalamos un poco atrás, frente a un hotel. Nos encontramos con muchísima amabilidad de parte de la gente del lugar apenas estacionamos y eso es lo mejor que te puede pasar porque se siente uno bienvenido y cómodo.

Más tarde alquilamos unas tablas de sundboard para Quintín y Alma y ahí fuimos, a surfear las olas de arena, claro que empezamos a jugar cuando bajo un poco el sol porque no hay pie descalzo que aguante semejante temperatura. Los chicos felices, la arena fina y los médanos altísimos eran como un parque de diversiones sin límite.

Los médanos rodean absolutamente todo el lugar. Es difícil comprender como la arena no se come al pueblo. Desde arriba se tiene una vista perfecta del oasis en medio del desierto. Los chicos surfearon médanos durante algunas horas. Conocieron en una de las bajadas a un chico experimentado en este deporte que trabajaba en uno de los hoteles del pueblo y que en las horas libres daban clases de sandboard. Muy simpático los invito a la piscina del hotel, así que después de toda la tarde subiendo y bajando montañas arenosas terminamos en una gigante pileta de agua calentita.

En el itinerario de viaje también queríamos conocer la famosa Reserva Nacional de Paracas, un lugar con muchísima fauna y que se extiende por el desierto, el océano Pacifico, abarca islas y también la península de Paracas, es un lugar precioso, lleno de playas, acantilados y mucho viento. Queda a unos pocos kilómetros de la ciudad de Paracas, que es otro de los puntos turísticos que tiene Perú, esta es una ciudad de la costa oeste, un lugar conocido por sus playas y la ciudad hace de punto de partida hacia las islas Ballestas deshabitadas, hogar de lobos marinos, pelicanos y pingüinos.

Volviendo a la Reserva…visitamos varios puntos en un recorrido de unos 44 kilómetros. Encontramos a otros viajeros alemanes que andaban también deleitándose con esta Latinoamérica hermosa, juntamos caracoles, pisamos arenas de diferentes texturas, nos llenamos de viento frio y vimos hermosos paisajes. Oscuro estaba cuando pasamos el umbral de salida de esta reserva, nos fuimos a Pisco, a unos pocos kilómetros de ahí para pasar la noche, ir al cine y ver un poco de gente.

Que disfruten de estos paisajes alucinantes que tiene Perú!!

Gracias por acompañarnos en esta vuelta al mundo que sigue y sigue sin parar!!

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