Charlas, mate, risas, anécdotas, todo buen clima de principio a fin. De fondo y frente a mí, lo que acaparaba mi casi 90% de atención: final de fúbol de los juegos: Brasil-Alemania.
Empezaron mis: “BIEN!!! VAMOS!!! UHHH!!!...” hasta que me doy cuenta que todos eran en soledad.
Y va mi pregunta: ustedes quien quieren que gane…? Y en total acuerdo la respuesta fue la NO ESPERADA POR MI: Alemania.
Al rato, y dentro de mi incomprensión, le pregunto a Vicente (uno de los niños)… ¿Por quien hinchás? Por Brasil, me dice. Y dentro de la camaradería que tenemos, comencé a decirles: muy bien Vicente… Cómo pueden estar a favor de estos nazis discriminadores… ¿y el sentimiento latinoamericano?
Es solo una anécdota… pero seguí pensando en lo profundo de la misma. Y veía al vapuleado de Neymar, el que jugó por todo, menos por plata (como nuestra Pulga), llorar de emoción, apretar los dientes y desbordar SU SENTIR por su camiseta… Miraba y me emocionaba, porque me pesaban sus amarguras, las goleadas que sufrió, la fractura que tuvo que soportar, solo por amar su camiseta, por saber que el deporte es mucho más que plata.
Se me venía la tristeza de nuestros chicos, la desesperación de Lio, la amargura de Masche, la tristeza de todos ellos… la decisión no deseada por nadie de Messi, al que parece que empezamos a valorar cuando dijo basta de selección para mí. ¿Debemos perder para ganar? ¿Por qué tan así? O somos lo que dijo el memorable Manu, un país exitista, y que lejos estamos del éxito, mientras consideremos que el proceso se suple con huevos (ovarios). O que la derrota del adversario, es nuestro triunfo.
Creo que mientras culpemos al otro de un resultado, seguiremos buscando el exitismo en la pobreza de la soledad absoluta, del vapuleo gratuito y muy alejados de la esencia del deporte, de su excelencia, de los valores de la trayectoria y el respeto.
Y se me escapó más de una lágrima al ver a los brasileños festejar. Fui casi parte de algunos de sus sentires… cosa rara, no? A veces me pregunto… ¿estoy bien de la cabeza?... ¿o es solo una mirada diferente?, reconociendo que a mi maldito EGO le cuesta entender lo opuesto…
Sonia Álvarez