JUEVES 25 de Abril
JUEVES 25 de Abril // GENERAL PICO, LA PAMPA
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  DOMINGO 26/06/2016
¿Qué hacer con esa zona que incomoda al hombre hetero?
Convengamos en que la cola del hombre heterosexual es una zona censurada. Todos, incluso ellos mismos, tienen la sensación de que "con eso no se jode". Fijate que no es solo en la cama, es en la vida: no lo mueven cuando bailan, no lo muestran cuando seducen. Claramente es un viejo tabú. Pero psicólogas sexuales comienzan a demostrar lo contrario.

Hablar del placer anal masculino no es nada fácil. De todas maneras, hay quienes se animan y lo hacen cada vez más fácil. Es que muchos hombres se relajaron respecto al tema y, si no se animan a probar, al menos se atreven a preguntarse en voz alta. A medida que dejamos de mirar con ojo censurador ciertas prácticas sexuales y zonas del cuerpo, podemos encarar charlas más honestas respecto a nuestras ganas de explorar.

Hay que dejar algo en claro: científicamente, esa zona del cuerpo es infalible. La cantidad de terminaciones nerviosas y el nivel de sensibilidad la vuelven objetivamente megaplacentera, al punto de que muchos pueden llegar al orgasmo simplemente con su estimulación, sin necesidad de tocar la zona genital viril.

Su potencial físico para el goce no es chamuyo. Pero de nada sirve todo esto si la idea de hacerlo no activa su órgano sexual más importante: el cerebro. Es su mente la que dirige su predisposición a disfrutar esta parte. Todo bien entonces con los datos anatómicos, pero los prejuicios, los gustos y la educación bien podrían tirarlo por la borda (o por la popa).

Todavía hay algo respecto a los placeres masculinos que al mundo le cuesta bastante entender. A las mujeres también. La sexualidad de un hombre no se define por la zona del cuerpo con la que goza, sino por el género de la persona que lo hace gozar.

Esto significa que ningún tipo es gay por dejarse tocar la cola por una chica. La cosa cambia, lógicamente, si el que se la toca es otro hombre.

Pero no solo la heterosexualidad parece desafiada cuando hablamos de este tema. Los valores que hacen la masculinidad suelen sentirse amenazados fácilmente.

Se supone que un hombre es dominante y activo. Y una mujer, receptiva y pasiva. Esta aceptación de los roles biológicos suele ser demasiado solemne. Por eso, si tu hombre no se atreve a estar más allá del bien y el mal en estas cuestiones, es probable que no puedas bajar tu mano de su cintura.

 

Así lo explica la sexóloga Marta Rajtman, en la revista Ohlalá!

Si sos de las mujeres que quieren experimentar, sabé que nadie recomienda abordajes muy directos ni prematuros. El momento de bajar es cuando arde Troya y ya está en vías de explotar.

Cuando el placer tomó el cuerpo, es mucho más fácil. Las caricias no tienen que ir de una ahí, acariciá toda la piel que rodea la zona. También cuando le das sexo oral y la cuestión queda "a mano". Para explorar esta zona, curvá el dedo hacia abajo, ligeramente. Es la posición para llegar al lugar exacto.

Movelo lentamente, masajeando la próstata. Para aumentar la sensación de placer, acariciá el perineo simultáneamente. Cuidá la higiene de uñas y manos antes y después. Y tené en cuenta que es recomendable usar un lubricante.

Por último, sabelo, si todo sale bien, no vas a tener mucho tiempo restante para jugar. Si se dejó, probó y le gustó, es inminente el final feliz.

Fuente: Ohlalá!

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