VIERNES 19 de Abril
VIERNES 19 de Abril // GENERAL PICO, LA PAMPA
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  SÁBADO 20/01/2018
Zircaos Vuelta al Mundo. Capítulo 25: Huaraz, Perú
Desde Huacho, una ciudad costera de Perú empezamos a subir hasta las montañas para cruzar una vez más la cordillera de Los Andes.

Nos alejamos del mar nuevamente, sabiendo que más arriba volveríamos a topar nuestras caras con el viento y la arena de sus playas desérticas.

En el desvío hacia el interior agarramos una ruta rodeada de plantaciones de caña de azúcar, la materia prima del polvo dulce y del jugo delicioso que se hace aplastándola. Cruzamos camiones cargadísimos de buenas cosechas y vimos gente trabajando sin descanso amontonando los inmensos tallos. En una de las paradas probamos su juguito dulce, a cuchillazo limpio, para recordar en la boca tiempos de la infancia, cuando mi papa me traía cañas de regalo de sus viajes a Tucumán.

Empezamos a subir, el clima se volvió más fresco y la altura se empezó a sentir con los puntazos en la sien. En un poco más de tres horas habíamos subido más de 4000 metros, la camio iba de 10 y el paisaje cada vez más hermoso.

Empezó a oscurecer y tuvimos que ir decidiendo de buscar un lugar para dormir, no es bueno dormir tan arriba pero no nos quedaba otra. De tardecita, con un cielo naranja y un arco iris de frente llegamos a Conococha, un pueblito donde la calle principal era la misma ruta que lo atravesaba. Lo curiosos fue que nos encontramos con varios puestos de venta de quesos, mantequillas, dulce de leche con coco, miel y tortas, desde donde salían las únicas luces. Vendían cosas típicas de la zona y riquísimas, porque apenas estacionamos para pasar la noche al descampado en una estación de servicio a 1 kilómetro del pueblo, bajamos y fuimos rápido a provisionar la alhacena de cosas ricas. Esa noche hizo muchísimo frio, volvimos a sacar frazadas y cobertores del baúl.

Cuando nos despertamos estábamos rodeados de un paisaje hermoso, montañas enfrente, la laguna y más atrás la cordillera Blanca, la que siempre esta nevada. El paisaje que nos acompañó hasta Huaraz no dejo de sorprendernos ni un ratito con los caseríos, sembrados, animales, su gente y esas montañas increíbles que no paraban de hacernos compañía.

La ciudad de Huaraz tiene una plaza en el medio y la impactante postal de la Cordillera Blanca detrás. En la calle principal las veredas se encuentras cubiertas y se camina bajo sus arcadas. Tiene un centro comercial muy concurrido y bien movido donde se consigue lo que se necesite. Muchos vendedores ambulantes, las cholitas con sus coloridos atuendos y su gran variedad de sombreros (que según la región van cambiando los modelos). Todo es movimiento, durante todo el día, la calle siempre abarrotada de gente, de ruidos, de coches y autobuses. Pollos colgados del cogote esperando la olla y cholitas ofreciendo sus quesos hechos por sus propias manos y traídos desde lejos. También la ciudad tiene un rio que la atraviesa en uno de sus costados. Un completo museo al que fuimos a ver una exposición de momias de una tribu indígena del norte del Perú y una biblioteca gigante en un centro cultural que ocupa media manzana. Ahí Alma y Quintín leyeron durante varias horas, aprovechamos a usar un poco de internet y asistimos a una obra de teatro de Cuenta Cuentos de un artista Venezolano que nos hizo volar en historias fantásticas. A Huaraz lo rodean pueblitos bien chiquititos donde los caminamos y conversamos con algunos campesinos, los cuales nos llamaron la atención por su simpatía y sus ganas de charlar, en lugares así generalmente suelen ser tímidos y un poco desconfiados. Caminamos también hasta llegar a lo alto de un mirador donde hay una cruz gigante y desde ahí vimos la ciudad enterita entre las montañas. Otros de los planes para hacer son paseos hacia las lagunas que generalmente se encuentran a unos miles de metros de altura donde se hacen caminatas de unas dos horas para poder llegar hasta ellas.

Algo que nos causó mucha curiosidad fueron los moto taxis, estos medios de transporte chiquititos, de tres ruedas, que pueden llegar a cargar a un batallón y que parecen insectos moviéndose entre la gente y el transito enloquecido de cualquier ciudad. Conocimos a estas prácticas maquinas en el sudeste asiático, después las volvimos a encontrar por Pakistán y ahora en Bolivia y Perú. Cuando en la primera esquina nos quedamos clavados viendo el paisaje social y emocionados por todo lo que teníamos a la vista, cada vez que pasaba un mototaxi nos traía recuerdos de nuestro paso por el otro lado del mundo. Ahora ya forman parte nuevamente del paisaje habitual, nos volvimos a acostumbrar a ver a estos bichitos mecánicos que se meten entre los coches con arrogancia y valentía. Cada propietario lo personaliza colocándoles decoraciones con las cuales se sienten identificados, puede pasar zigzagueando coches a toda velocidad la cara del Che Guevara, Bob Marley, el Ratón Mickey o la bandera de Estados Unidos. Los hay para todos los gustos!

Gracias por acompañarnos!

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Comentarios
 
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 02/02/2018 | 14:26 Hs
Enviado por EL GUILLE
Hermoso relato chicos! Gracias por generarme toneladas de sana envidia, y unas inmensas ganas de viajar...
 
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Diseño y diagramación: A P