MARTES 23 de Abril
MARTES 23 de Abril // GENERAL PICO, LA PAMPA
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  MIÉRCOLES 20/09/2017
Zircaos Vuelta Al Mundo. Capítulo 8: Termas de Fiambalá
Después de haber tenido un acercamiento con dinosaurios en el Valle de la Luna, San Juan, seguimos camino y fuimos para Catamarca.

La cantidad de cactus de diferentes tipos que hay en esta zona es maravillosa, forman ese paisaje único del norte de nuestro país. Los hay chiquitos y también inmensos, de varios metros de altura. Cuando está la temporada de poca lluvia, los surcos del cactus se hacen más profundos porque van perdiendo líquido y cuando están llenitos de agua se vuelven más gordos y menos pronunciados sus canales. Son tan hermosos! Los cerros y las montañas totalmente adornados con estas plantas rusticas que crecen al año unos dos centímetros.

Llegamos por recomendaciones de un amigo a las termas de Fiambalá. Antes hicimos parada en Tinogasta, necesitábamos mandar uno de los capítulos del viaje y se estaba haciendo muy difícil ya que internet cada vez se complica más a medida que vamos subiendo en el mapa. Era domingo y este pueblo grande nos recibió con el funcionamiento de un día feriado.

En el único lugar donde pudimos conseguir internet fue en un ciber frente a la plaza y fue la hora más cara que hemos pagado en el mundo. Y es cierto! No nos quedaba otra alternativa, así que con paciencia estuvimos sentados unas tres horas y cumplimos con todos los compromisos. Se hizo de noche y dormimos en la plaza, una calle bastante ruidosa. Al otro día mientras el sol ya estaba saliendo, nos encontramos con otro movimiento bien diferente en el pueblo y justo enfrente un señor bajo una sombrilla vendía pastelitos y churros. Nos merecíamos un rico desayuno de lunes, cruzamos la calle y una docena de cada uno acompaño al mate y la chocolatada.

Desde ahí habremos hecho unos 50 kilómetros y nos fuimos para el pueblo que está más próximo a las termas, pasamos por información turística para averiguar un poco y seguimos viaje; a unos kilómetros estaban las aguas calentitas recomendadas por nuestro amigo.

Cruzamos una zona de dunas, desierto, alguna casita y empezamos a subir metiéndonos en la montaña. En un momento la subida fue bastante empinada, así que en primera y sin aflojarle llegamos hasta arriba, que era… “muy arriba!”. Y en el momento en que ya estábamos casi en el estacionamiento la agujita de la temperatura empezó a subir, era lógico, difícil aguantarse mucho más esa semejante subida que para nuestra casita resulta difícil muchas veces. La cosa es que llegamos, con el último aire pero llegamos justo y quedo perfectamente estacionada, con una vista increíble hacia el valle.

Un poco más arriba ya estaban las piscinas, son 14 en total, donde la más caliente llega a los 50 grados. De la vertiente sale a 60 grados. Así que nos calzamos las mallas en esta época de invierno y nos fuimos con todos los bártulos a disfrutar de un día de pileta. Es recomendable empezar por la más fría e ir subiendo de temperatura de a poquito, y no quedarse mucho tiempo en las más calientes porque produce baja de presión y sale uno con “las patitas flojas”.

Estuvimos seis horas en el agua, sólo salimos en algún momento para comer. El lugar es hermoso, se conserva lo natural, lleno de vegetación, muy bien conservado, las piscinas son de piedras y en varias el fondo tiene musgo y justamente el día en que fuimos había muy poca gente. También hay una especie de despensita donde se puede comprar algo para comer, mesitas muy bien ubicadas bajo los árboles y pajaritos que bajan para picotear miguitas de pan. Y también algunas cabañas para pasar la noche. Las termas están abiertas desde las 8 de la mañana hasta las 10 de la noche.

Esa tardecita volvimos al pueblo, dormimos en la plaza. Después llegó la ciudad de Belén (Catamarca), donde pasamos un par de días y donde conocimos las siestas más largas. Ahí conversamos con Santiago, un vecino del pueblo que estaba sentadito en la vereda viendo pasar el tiempo y que nos dijo: “En Belén se nace, se vive y se muere sin apuro”; y viéndolo no tenía duda que así fuese.

La esperanza de encontrar un rico vino a un buen precio iba aumentando a medida que nos íbamos acercando a Cafayate (Salta), un pueblo tranquilo, muy turístico, conocido por sus bodegas, con una bonita plaza y con vinos más caros que en mi ciudad. Y así al final me quedé con las ganas...

Desde Cafayate, la conocida y hermosísima ruta 68 nos llevaba hacia Salta. Es uno de los recorridos más hermosos por los que hemos pasado, en el primer tramo un paisaje precioso rodea todo el camino, que son aproximadamente 80 kilómetros entre montañas, rocas y quebradas. Hicimos varias paradas que eran obligatorias porque no podíamos dejar pasar, miradores, el conocido anfiteatro donde músicos anónimos y conocidos van a tocar ahí porque la acústica del lugar es impresionante. Uno se siente del tamaño de una hormiguita ante semejante puesta natural. Sus paredes interminables hasta el cielo impresionan. Otra parada fue La Garganta del Diablo.

Ese día al final no llegamos a la capital, paramos a dormir en El Carril, al lado de la iglesia, frente a la plaza. Es un pueblito simpático a unos kilómetros de Salta. Nos despertamos y ya era domingo, se votaba. Vivimos el pueblo con movimiento en un día especial.

Que lo disfruten!!

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