Desde la perspectiva de la psicología humanista se concibe la naturaleza humana como esencialmente positiva.

El poder descubrir y desplegar las potencialidades inherentes (la esencia) a lo largo de la vida, va de la mano con un desarrollo pleno como persona.

Es entonces fundamental el autoconocimiento, la autoexploración, el “darse cuenta” de las experiencias del organismo, de los sentimientos, como así también de la forma en que se procesa la información y se da significado a su experiencia.

Se trata de aprender a anteponer la espontaneidad al control, la vivencia a la evitación de lo molesto y doloroso, el sentir a la racionalización, la comprensión global de los procesos a la parcialización de los mismos.

Animarse a autoexplorarse y aceptarse es el desafío.